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El recurso extremo a la huelga de hambre para evitar la guerra en sahara

La vida de seis activistas saharauis peligra después de 70 días en huelga de hambre para exigir respeto a los derechos de su pueblo. Una iniciativa que busca una verdadera implicación internacional que pueda evitar un eventual retorno a las armas, una posibilidad cada día más real.

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Ainara RODRÍGUEZ I

Resistiré, erguido frente a todo; me volveré de hierro para endurecer la piel, y aunque los vientos de la vida soplen fuerte». Este conocido verso forma parte del poemario de un preso político saharaui que cumple condena en la cárcel de Salé. Habla de resistencia. Ése ha sido la característica fundamental de este pueblo, que sufre la opresión marroquí en todos ámbitos, su capacidad de resistencia. Y eso le ha llevado a situaciones límite en las que han visto su integridad física o su vida en peligro.

Ése es el caso de los jóvenes Bariaz Mohamed, Ddriss Zagara, Eddaowdi Aomar, Ahachhach Mohamed, Abrahim Al-Rafiky y Mokhtar Lachhab con edades entre 22 y 35 años, que cumplen hoy 70 días sin ingerir ningún alimento. No porque les falte, sino porque así lo han decidido. La huelga de hambre es el método de protesta que han elegido para hacer sentir y oír la llamada de socorro del pueblo saharaui.

Pero a pesar de llevar tantos días de ayuno, de que han sufrido cardiopatías severas, daños renales, vómitos, atrofias e incluso problemas neurológicos que les han llevado al hospital, su historia está siendo ignorada. Ni los medios de comunicación alauís ni los medios extranjeros mencionan su caso, que interesadamente han optado por silenciar.

Los seis huelguistas de hambre se encuentran en estos momentos en la localidad de Guelmin, al sur de Marruecos. No están solos. En el exterior del recinto donde llevan a cabo la protesta les protegen y apoyan sus familiares más cercanos. «Puede que ya sea demasiado tarde. Nuestros hijos están a punto de sobrepasar un punto que no tiene vuelta atrás. Tememos que sus dolencias se conviertan en irreversibles», comenta entre sollozos la madre de uno de los activistas.

Consejo de Seguridad

Por eso, piden encarecidamente a las Naciones Unidas y al su Consejo de Seguridad su mediación y que exijan a Rabat el fin de las constantes violaciones de los derechos humanos en Sahara Occidental, la razón por la que sus familiares están en huelga de hambre. «Marruecos financia su militarización contra nuestro pueblo mediante el agotamiento de los recursos naturales de nuestras tierras. Es una situación sin sentido», subrayan.

Lamentablemente, estos seis activistas saharauis no son los únicos que han tenido que recurrir a tan extremo modo de reivindicación y protesta. Recientemente, diez saharauis presos en la cárcel Negra de El Aaiún han puesto punto final al ayuno que iniciaron para denunciar la situación infrahumana en la que se encontraban, después lograr el compromiso de las autoridades marroquíes de trasladarles a la prisión de Salé, en Rabat. Dentro de unos días serán juzgados junto a otros 20 prisioneros por haber participado en el campamento Gdeim Izik (Dignidad), en las afueras de El Aaiún, que fue violentamente desmantelado por las fuerzas de ocupación el pasado 8 de noviembre.

Pero son muchas más las huelgas de hambre protagonizadas por saharauis en defensa de los derechos de su pueblo y contra la ocupación y represión de Marruecos en estas últimas décadas. Lo que debería de ser un modo de protesta extrema, a la que recurrir en casos muy concretos, empieza a convertirse ya en un instrumento reivindicativo recurrente, casi habitual.

Sin embargo, el hartazgo por la falta de respuesta a sus demandas por parte de las autoridades marroquíes y sus fuerzas de ocupación está derivando en una situación peligrosa, sobre todo teniendo en cuenta de que están a punto de expirar los 20 años de la tregua declarada por el Frente Polisario en 1991 para facilitar la celebración de un referéndum de autodeterminación.

El rumor de un eventual retorno a las armas es cada vez más tangible. Los propios saharauis no lo descartan, que ven que no les dejan otra salida para alcanzar la libertad de Sahara Occidental. La responsabilidad recaería en el ocupante marroquí, pero también en la comunidad internacional que durante 35 años se ha limitado a hacer gestos de cara a la galería que no han servido para nada.

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