(Traducción: GARA)

A finales de este mes un barco americano, el «Audacia de la Esperanza» saldrá de Grecia rumbo a Gaza para intentar romper el bloqueo israelí. Se unirá a otros nueve barcos de diferentes banderas que transportan cientos de pasajeros de todo el mundo. Yo seré uno de esos pasajeros.

Soy un judío israelí americano. Nací en Israel y crecí en un Jerusalem muy diferente al actual.(...).

Hoy Jerusalem es diferente. No es su Jerusalem, les ha sido arrancada. Cada día los palestinos de Jerusalem están más estrangulados por nuevas incursiones, por nuevos «desarrollos de viviendas» que los aíslan del resto de palestinos(...)

¿Sabíamos en 1967, en 1948, que era posible llegar a esta situación? Algunos lo sabían. Sabían que una sociedad construida en la conquista y la desposesión deshumanizaría a los conquistadores para continuar desposeyéndolos y oprimiéndolos. Ya en una carta de 1948 enviada al «New York Times» firmada por Albert Einstein y Hannah Arendt, entre otros, predecían mucho el futuro.(...)

Tengamos en cuenta que algunos judíos israelíes se levantan y protestan. Hay soldados que se niegan a servir, periodistas que destacan la injusticia, y organizaciones de derechos humanos, grupos de activistas y centros de información. En cierto sentido, durante décadas todos los que buscamos justicia hemos estado a bordo del virtual barco que se dirige a Gaza. Hemos estado intentando romper el bloqueo israelí en sus diferentes encarnaciones. Y deseamos decir a los palestinos que sí, que hay gente en Israel que sabe que cualquier futuro viable para Oriente Medio debe estar basado en una paz justa -y no en la imposición forzada que explicó detalladamente Netanyahu en el Congreso- o, de lo contrario, todos estaremos condenados. Queremos que sepan que el soldado no es el único rostro de los judíos israelíes. Hay también quienes dicen al Gobierno de Israel: «no nos representáis». Decimos a la gente de Estados Unidos en general y a los judíos americanos en particular que sí, que tienen una alternativa. Pueden apoyar la paz. Una paz verdadera.