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Editorial 2011/6/30

Grecia: inercias explosivas

laJornada

(...) La inconformidad que se vive en la nación helénica es reflejo de un amplio rechazo ciudadano al designio de que los desajustes macroeconómicos y financieros que han azotado a ese país en años recientes sigan siendo paliados a cambio de un elevado costo social, y permite ponderar la decadencia que experimenta el paradigma económico aún vigente a escala internacional. En efecto, el paquete impuesto por la UE y el FMI en Grecia se aferra a la continuidad de los dictados de la ortodoxia neoliberal, causante del desastre económico mundial de 2008 y 2009: sacrificio de las mayorías mediante políticas de austeridad draconianas, recorte de presupuestos públicos y de salarios, aumento a los impuestos, depredación de la propiedad pública y señales de tranquilidad para los capitales trasnacionales, medidas que tienen consecuencias particularmente devastadoras para la economía griega, una de las menos desarrolladas y de las más inequitativas de la Europa comunitaria.

La aplicación de políticas como las aprobadas ayer en el parlamento griego no sólo resulta improcedente y riesgosa por cuanto éstas golpean el tejido económico y social, colocan a la población a merced de los vaivenes del mercado y minimizan las perspectivas de intervención estatal -precisamente en momentos en que ésta resulta por demás necesaria-: también lo es porque dichas medidas impiden la reactivación de las economías y los mercados internos y porque reproducen, a fin de cuentas, la lógica que llevó al desbarajuste económico y financiero que inició a finales de 2008, y cuyos efectos devastadores han sido particularmente persistentes en la economía del país helénico.

Por añadidura, para que los planes de rescate como el referido tuvieran un mínimo de legitimidad y respaldo social, se habría debido avanzar antes en la reformulación profunda del modelo económico que, a lo que puede verse, sigue dominando los centros del poder político y económico internacional, como la UE y el FMI. La omisión en esas tareas, en cambio, justifica la percepción, ampliamente extendida en sociedades sacrificadas como la griega, de que el plan de choque del gobierno de Atenas no es sino una forma de financiar la torpeza y la desmesura de las elites políticas y financieras causantes de las crisis económicas, y de castigar, en forma por demás injusta, a las poblaciones. (...)

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