CRíTICA cine
«Blackthorn» Gringo viejo
Mikel INSAUSTI
El clasicismo crepuscular ha inspirado a Mateo Gil en un western magistral con una interpretación antológica de Sam Shepard, en un emparejamiento a uno y otro lado de la cámara como el que unió a Sam Peckinpah y Kris Kristofferson en “Pat Garrett y Billy The Kid”. Hay que oírle cantar a Shepard, montado en una mula y acompañándose de un charango, en la escena con la que nace el «poncho-western». Con la acuñación de este término me refiero por partida doble a la variante sudamericana de un género, que nunca antes había desplazado tanto en el mapa su naturaleza fronteriza, y a las referencias al cine de Sergio Leone, muy presentes en el taimado personaje del ingeniero español de minas interpretado por el mejor Eduardo Noriega visto jamás. Cuando Butch Cassidy conoce su procedencia, se refiere a él irónicamente como conquistador. El tiempo le acabará dando la razón, porque realmente pertenece a esa estirpe de invasores, ladrones y despreciables corruptos llegada del otro lado del océano. Cabalgar en tan poco aconsejable compañía le hará añorar, aún más si cabe, los buenos tiempos junto a Sundance Kid.
De haber sido hecha por un cineasta de Hollywood en lugar de por un realizador independiente europeo, “Blackthorn” ya sonaría para las quinielas de los Óscar, pero hasta parte de la crítica local ha demostrado verse afectada por tales prejuicios sucursalistas. Me basta la memorable secuencia de la persecución a caballo sobre el Salar de Uyuni, en la que Juan Ruiz Anchía utiliza el teleobjetivo como sólo algunos escogidos directores de fotografía saben hacerlo en los grandes espacios abiertos, para comprender la trascendencia de esta película. No se trata sólo de una escena de acción ralentizada, o de un agónico recorrido físico definido por la falta de oxígeno del Altiplano, sino de un enfrentamiento moral entre los viejos códigos solidarios de la gente del pueblo y los nuevos tiempos impulsados por el capitalismo salvaje que arrasa con todo, con la lealtad y la libertad.