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TOUR 2011 Desde el segundo puesto de Van Impe en 1981, ningún corredor con licencia belga ha acabado entre los tres primeros en París.

Van den Broeck ha tenido que emigrar para hacer historia

El flamenco ha pasado la mayor parte de los últimos años en el extranjero para ser corredor de grandes vueltas y situar a su ciclismo en el podio tras 30 años.

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Joseba ITURRIA | LES ESSARTS

Después de igualar el año pasado el quinto puesto alcanzado por Claude Criquelion en 1986, Jurgen Van den Broeck es el primer ciclista flamenco o valón que ha tomado la salida en un Tour con aspiraciones serias de alcanzar un podio final en París, al que ningún compatriota se ha subido desde que Lucien Van Impe acabó segundo en 1981.

Treinta años después, Van den Broeck quiere dar una alegría en el Tour a un ciclismo de clasicómanos. Él es la excepción que confirma la regla. Su ejemplo demuestra la dificultad para ser corredor de grandes vueltas en su país. Para serlo ha tenido que emigrar. Lo entendió cuando debutó en una grande en el Giro de 2007: «Fue una catástrofe para mí. Me quedaba el primero en todos los puertos cuando yo pensaba que era un escalador. Jamás me había pasado eso. Después de esa experiencia me mentalicé de que debía trabajar mucho en la montaña. Lo hice y al año siguiente volví y acabé séptimo el Giro», explica en su entrevista a GARA.

La razón de su mejoría estuvo en su decisión de emigrar. «En Bélgica todo es plano y la atención está puesta en las grandes clásicas del pavés como Roubaix o en el Tour de Flandes. Por eso cuando haces una buena Vuelta al País Vasco no significa gran cosa en mi país -a pesar de que tiene mucho mérito-, viendo el nivel de los corredores que disputan esa carrera».

Todos los años corre en Euskal Herria con la morriña que le da ver por la tele a los flamencos volcarse con sus clásicas: «Cuando ves el Tour de Flandes sientes que es un día especial y no es fácil. Ya he dicho al equipo que un año quiero correr esa prueba».

Hay tiempo para ello. Tiene 28 años, contrato con Omega hasta 2013 y cree que «hasta los 33 ó 34 años puedo estar más fuerte cada temporada. Tengo tiempo para conseguir un podio en el Tour. Es mi sueño, pero no todos los sueños se cumplen».

Orgulloso de igualar a Criquielion

Por ahora ya considera un orgullo igualar el puesto de Claude Criquielion: «No lo llegué a ver, pero es agradable hacer lo mismo que los grandes corredores belgas, que no tenemos la mentalidad del Tour o de las grandes vueltas. Los españoles o los italianos trabajan mucho en la montaña y en Bélgica todo es llano y no es fácil ser un corredor de grandes vueltas, porque debes ir todo el año al extranjero a entrenar en montaña».

La primera vez que lo hizo fue después de la experiencia mala del Giro de 2007: «Fui a un apartamento en Italia y a partir de ahí ha sido lo habitual. Este año apenas he estado unas semanas en Bélgica, vas a España y a Italia, a Tenerife, a Calpe.., para tener el mejor tiempo y entrenar en montaña. Se hace duro estar siempre fuera de casa».

Con 20 años aceptó la invitación de Bruyneel para fichar por US Postal. Su caso es curioso porque, tras ganar el Mundial junior contrarreloj en Portugal 2001, el Quick Step lo fichó para su equipo amateur, pero su manager dejó escapar uno de los mejores talentos de su ciclismo y pasó a profesionales en 2004 en el US Postal de Armstrong.

«En ese momento Patrick Lefevre no tuvo tiempo para hablar conmigo porque era muy joven, tenía 20 años, no me ofreció ningún contrato y sí lo hizo US Postal. Para mí era una gran oportunidad ir al mejor equipo del momento con grandes corredores como Armstrong, Rubiera, Azevedo... Johan Bruyneel y Dirk de Mol me dijeron que estaban interesados y es la mejor decisión que he tomado, porque en tres años en ese equipo aprendí mucho de grandes corredores. Con Armstrong apenas coincidí en dos o tres carreras, pero otros ciclistas como Rubiera me ayudaron mucho, me decían lo que debía hacer y lo que no, y cuando eres joven es importante trabajar con corredores como ellos».

Tras ese período de aprendizaje, en junio del 2006 fichó por el Predicttor-Lotto, su equipo actual, con el que en 2008 empezó a sentir que podía estar con los mejores en las grandes al acabar séptimo el Giro, impresión que confirmó al ser decimoquinto del Tour de 2009 pese a una importante caída en la crono por equipos, que le hizo llegar solo a meta porque el líder era Cadel Evans y nadie podía quedarse a esperarle.

Sin embargo, no se lamenta de ese tiempo perdido: «En ese momento fue bueno porque tenía permiso del pelotón para meterme en escapadas y buscar etapas. Me metí en la que ganó Astarloza y en la que acababa en Suiza, donde a pesar de estar fugado pude aguantar con los favoritos en Verbier. Tanto ahí como en el Ventoux tenía buenas piernas y pensé que acabar el decimoquinto en mi primer Tour era muy bueno para mí y que podía entrar entre los diez primeros, pero no me esperaba que podía ser quinto como el año pasado. Fue increíble».

Entre esos dos Tours hubo un elemento clave, la marcha de Cadel Evans al BMC: «En el primer momento pensé que era una mierda, que no era bueno para el equipo, pero después veo que me ha beneficiado».

A partir de la marcha de Evans quedó como líder del equipo para el Tour y, tras su quinto puesto de 2010, como la esperanza de un ciclismo que suspiraba por tener a un corredor para grandes vueltas, lo que llevó a necesitar apoyo de un psicólogo: «Tras el Tour la prensa belga y el público estaban pendientes de mí, acabé estresado, y cuando estás así pierdes energías. Gracias al psicólogo di la vuelta a la situación y ahora estoy muy bien. Hay momentos en que lo he acusado, pero ahora estoy tranquilo y asumo la situación».

La marcha de Evans le benefició

Es consciente de que tiene «mucha presión, porque cuando eres quinto en el Tour todo el mundo piensa que puedes estar en el podio, pero no es fácil. Este año puedo acabar séptimo, octavo y décimo, y será bueno. Estar en el Top 10 es muy difícil. Trabajo para estar en el podio, pero no es fácil porque hay grandes corredores como Contador, los Schleck, Gesink, Vinokourov...».

El año pasado el Omega fue el equipo sorpresa en etapas de montaña en apoyo de su líder: «Hubo un momento en el que nos quedamos diez corredores y la mayoría era del equipo. Este año tenemos a Philippe Gilbert y a un grupo de corredores para ayudarles a él y Greipel, pero son corredores fuertes para la crono por equipos y no necesito un equipo como Contador o los Schleck para llevar la carrera. Lo que debo hacer es intentar subir con los mejores. Con eso basta».

Sobre el recorrido, comenta que «la primera semana con el viento no me gusta, pero tenemos un equipo fuerte para el llano y no tengo miedo. Luego todo debe decidirse en el Galibier y Alpe d'Huez, subidas que conozco y que me transmiten buenas sensaciones».

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