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Carlos GIL Analista cultural

Cara a cara

Antes de 2016 llegará 2012. El calendario zaragozano lo ilustra con estampas y refranes. Mi sistema operativo lo confirma. La fusión fría entre una txalaparta y unas castañuelas nos puede desencajar lo incomparable. Cara a cara con la realidad el pájaro carpintero sigue repiqueteando. La cultura escaparate frente a las raíces culturales. ¿Qué dimensiones tiene el escaparate? En los supermercados del ocio existen ofertas empaquetadas para convertir cualquier evento en una demostración simulada de culturalidad franquiciada. ¿Se puede salir alguien del guión?

Los derechos de autor y la propiedad intelectual utilizados como coartada para el lucro de unos cuantos acaban siendo ultrajados por sus supuestos guardianes. La sociedad de gestión predominante, con rasgos monopolistas y actitudes gansteriles, ha sido herida de gravedad desde dentro. Por concesión administrativa estatal tiene un poder excesivo y sus últimos equipos directivos han conseguido el rechazo social a un derecho que nadie cuestiona. Los piratas estaban dentro. Si hubiera una sociedad de gestión vasca, esta supuesta estafa no afectaría de la misma manera al quehacer cultural cotidiano.

Cara a cara con la música popular, con el baile socializado, con la verbena, la espontaneidad cultural por encima de los corsés protocolarios y las programaciones de manual. Las fiestas deben superar la carrera de sacos y los parques infantiles. La fiesta es cultura en estado salvaje. El que se haya convertido en una plantilla a rellenar por el funcionario y sus amigos es un error histórico que se puede corregir hoy mismo. Antes del 2016, hay que gestionar la cultura del 2012. Y sucesivos.

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