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Una nueva muerte, un fracaso colectivo

Rosario Román murió apuñalada y su hija Yolanda se recupera de las graves heridas que sufrió a manos del mismo agresor, el ex novio de su madre. Una nueva muerte paró el domingo el corazón de Hernani. Gritos de horror sacudieron los silenciosos portales de esta localidad en el enésimo episodio criminal de una práctica, la violencia machista, que es la manifestación más brutal de la desigualdad entre hombres y mujeres. Una muerte que impresiona a cualquiera, pero reflejo a su vez de una cruel realidad que se vive día a día, aunque a veces no ocupe portadas.

La hermana de la última víctima mortal de la violencia de género en Euskal Herria declaró ayer que la muerte de Rosario era previsible y anunciada. A pesar de las múltiples denuncias de malos tratos físicos y de la orden de alejamiento, declaró que la seguía acosando por «todos los lados». Al dolor y la indignación por la muerte de esta mujer, se suma la frustración de no haber hecho nada para evitarla y la constatación de que la eficacia de las medidas que se aplican en estos casos distan mucho de ser óptimas. Al contrario, hacen aguas, son desalentadoras y obligan a una autocrítica urgente por parte de quienes tienen el deber de garantizar la seguridad de las mujeres amenazadas. Una autocrítica que desde el reconocimiento del fracaso, identifique los déficits y multiplique los medios en la lucha contra esta sangrante lacra.

La violencia contra las mujeres -sea ésta verbal o física- debe ser entendida como consecuencia de la desigualdad de las mujeres en todos los órdenes de la sociedad. Urge extender la conciencia sobre la naturaleza y el impacto de esta violencia, desarrollar enfoques estratégicos e integrados desde las administraciones y generalizar buenas prácticas educacionales y culturales. También en los medios, donde la lógica repercusión de hechos tan graves como éste contrasta con el reducido espacio que se destina a diario a agresiones machistas con consecuencias menos trágicas pero igualmente graves. No hay escasez de ideas para hacerle frente, sólo la falta de voluntad para actuar.

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