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Thaksin prepara su vuelta y el Ejército «respetará» el resultado

La victoria de la oposición de los «camisas rojas» ha puesto en primer plano la cuestión del retorno del exilio del ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Los poderes fácticos, liderados por las élites de Bangkok, insisten en pedir tiempo. Por contra, el todavía ministro de Defensa aseguró, tras hablar con los dirigentes militares, que el Ejército dejará «trabajar a los políticos y no se inmiscuirá». Sería toda una novedad en la convulsa historia de Tailandia.
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Los poderes fácticos del país, desde las élites promonárquicas de Bangkok, sin olvidar a sus portavoces intelectuales, hasta el Ejército, está presionando para retrasar el regreso de Thaksin. Aducen para ello el fantasma de la desestabilización.

Michael Montesano, del Instituto de Estudios sobre el Sur de Asia de Singapur, señala que «es evidente que un retraso en su retorno sentará mal a la gente del Puea Thai», el partido de los «camisas rojas» que Thakasin sigue dirigiendo desde Dubai y que venció con rotundidad en las elecciones.

El propio Thaksin afirmó en su día que «la voluntad del pueblo es más fuerte que un puñado de jueces», en referencia al proceso en su contra por irregularidades fiscales.

Montesano insiste en que preparar una amnistía que permita su regreso «tomará su tiempo en el plano legal. Si son inteligentes, esperarán varios meses, el tiempo necesario para digerir su victoria electoral».

Cinco años después del golpe de Estado que lo sacó del poder, Thaksin parece dispuesto a esperar. «Debo ser parte de la solución, no del problema», señaló el domingo, para matizar que sí espera asistir al matimonio de su hija en diciembre. Ayer mismo, reiteró que «mi regreso no es una prioridad. La prioridad es la reconciliación». Thaksin sabe que es detestado por las élites tradicionales de la capital, que le consideran un peligro para la monarquía, el pilar actual de Tailandia, y le quieren lejos de Bangkok.

El ex primer ministro y multimillonario huyó tras ser condenado a dos años de prisión por un escándalo financiero. Y está acusado de «terrorismo» por su apoyo a las manifestaciones de protesta de los «camisas rojas» en primavera de 2010. Dentro del movimiento hay un sector que rechaza la amnistía política general propuesta por la hermana de Thaksin y primera ministra in pectore, Yingluck Shinawatra. Exigen, por contra, que se juzgue a los militares responsables de la muerte de un centenar de opositores.

Mensaje del Ejército

El Ejército tailandés, que ha protagonizado desde 1932 18 golpes de Estado -el último contra Thaksin en 2006- aseguró que respetará el resultado electoral.

El máximo jefe del Ejército, Prayut Chan-O-Cha, guardaba silencio pero el ministro de Defensa, Prawit Wongsuwon, anunció ayer que «he hablado con los dirigentes militares. Dejaremos a los políticos trabajar. El Ejército no se inmiscuirá».

Expertos como Andrew Walker, de la universidad australiana de Canberra, destacan que el triunfo ha sido tan arrollador que el Ejército tendría poco margen. «Las fuerzas opuestas a Thaksin deben tomar buena nota de la ausencia de ambigüedad en los resultados».

¿Lo harán? ¿Permanecerán quietos los promonárquicos de los «camisas amarillas». Sería toda una noticia.

Dimisión

El primer ministro saliente, Abhisit Vejjajiva, anunció su dimisión como líder del Partido de los Demócratas tras el fracaso electoral, que le ha dejado a 106 escaños de los «camisas rojas»

coalición

Pese a contar con mayoría absoluta, Yingluck Shinawatra anunció que ha alcanzado un acuerdo para una coalición de gobierno con cuatro pequeños partidos. C0ntará así con 299 de los 500 escaños

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