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¿Otra campaña con asterisco? Al fin se decreta el esperado «lockout», el cierre patronal de la NBA

Tras un año de especulaciones, el 1 de julio se anunció el cierre patronal de la NBA -«lockout»- que suspendería la próxima temporada de la mejor liga del mundo. Los dueños de las franquicias no quieren seguir perdiendo dinero, ni los jugadores sus salarios. ¿Verdad que nos suena?

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Arnaitz GORRITI

Las cosas claras. Los propietarios de la NBA, con el comisionado David Stern a la cabeza, alegan que la mejor liga de baloncesto del mundo cosechó unas pérdidas de 370 millones de dólares la pasada campaña, con 22 de las 30 franquicias participantes cerrando el curso baloncestístico 2010/11 con pérdidas.

Además, de los ingresos de la liga, el 57% va a parar a manos de los jugadores, que esta temporada recibieron más de 2.100 millones -de dólares- en concepto de salarios y beneficios. La parte empresarial afirma que esto no puede seguir así, mientras que la laboral no se muestra dispuesta a ceder, sabiéndose el motor y la esencia de lo que supone la NBA. Así las cosas, la patronal de la liga, incapaz de llegar a un acuerdo con el sindicato de jugadores -la NBAP-, decidía el pasado 1 de julio romper la baraja y establecer el lockout, por primera vez desde 1998.

La modificación del actual convenio colectivo, que data de 2005, ha supuesto un verdadero punto de desencuentro entre los jugadores y los propietarios de las franquicias. El reparto de beneficios y el tope salarial son los dos puntos de discordia. Amén de la rebaja de ingresos propuesta por la patronal, los propietarios quieren endurecer el tope salarial, eliminando las exenciones especiales existentes a día de hoy.

«Las personas que se vean afectadas por el cierre de actividades en nuestra industria van a tener una imagen negativa de ambos lados», recordaba el comisionado Stern a la hora de anunciar el cierre patronal.

Stern pretende repartir los beneficios al 50% entre jugadores y liga, algo que Billy Hunter -presidente de la NBAP- llegó a denominar como «una chorrada -baloney- y él lo sabe; con esos planteamientos ni siquiera nos sentaremos a la mesa».

En la última reunión antes del parón iniciado el 1 de julio, los jugadores ofrecieron reducir sus salarios por 500 millones durante cinco años, y consideraron la propuesta de los dueños de un tope «flexible» -en donde cada equipo sería marcado para gastar 62 millones, un tope real-, pero no hubo acuerdo. «Es una brecha muy grande la que existe en las posiciones de ambas partes», destacó Hunter. Dueños y jugadores anunciaron nuevas reuniones en dos o tres semanas.

Hasta tal punto ha llegado el parón, que hasta la página web de la NBA parece un cementerio, ya que no hay ni fotos ni vídeos de equipos y jugadores, de modo que ni éstos ni la liga puedan explotar su imagen. Asimismo, se suspende el mercado de agentes libres y también la liga de verano de Las Vegas. No obstante, todos aquellos patrocinadores que tengan un contrato firmado con la NBA deberán seguir pagando sus cuotas, a pesar de la actual situación.

¡Al rico agente libre!

El cierre de 1998 duró hasta enero de 1999. En la «campaña del asterisco» -bautizada así por Phil Jackson- se jugaron 50 de las habituales 82 jornadas de la liga regular, amén de no poder disputarse el All Star Weekend. Ante la opción de repetirse un parón tan largo, los jugadores ya están buscando una solución paralela, como sucedió hace 13 años. Nombres como Pau Gasol o Andrés Nocioni han mostrado interés en volver a Europa.

Pero se trata de jugadores con contrato, que difícilmente correrán el riesgo de cruzar el charco y, para cuando los problemas se solucionen, quedarse sin sus contratos por culpa de alguna lesión. «Es difícil jugar sólo unos meses e injusto para ese equipo que apuesta e invierte», declaraba Pau Gasol, términos muy parecidos a los que empleaba el argentino Manu Ginóbili. En su día, Sabonis cruzó el charco en 1998, pero no llegó a jugar con el Zalgiris por miedo a las lesiones. Vlade Divac sólo disputó cuatro partidos con el Partizan antes de ir a Sacramento. Michael Olowokandi, número 1 del draft de 1998, sólo jugó tres encuentros en la Kinder de Bolonia antes de regresar a los Clippers.

Pero los «agentes libres», esto es, los que a día de hoy no tienen un contrato, sí pueden ser apetecibles. Así, Krstic abandonaba Boston para firmar por el CSKA de Moscú; David Andersen pasaba de los Hornets a Siena; el ex baskonista Shakur, de Wizards a Pau Orthez; y la bomba que prepara el Efes Pilsen: traerse de New York a Tracy McGrady.

Se espera un largo y cálido verano.

 

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