Josu MONTERO Escritor y crítico
Especulación
La palabra «especulación» lleva mucho tiempo de moda. No puede ser de otra manera con un vocablo que define perfectamente la esencia del sistema económico y social en el que estamos inmersos. Y con el agua al cuello. Un modelo basado en el crecimiento constante y acelerado, en la omnipresencia del libre capital especulativo y en la usura más desmedida e inhumana, practicada, claro, sobre los que menos tienen: personas, naciones o continentes.
Hace unos días, y a propósito de la situación de Grecia, el músico Santiago Auserón nos recordaba que la deuda que todos nosotros tenemos con aquel país sí que es impagable. Grecia no nos va a exigir derechos de autor por Sócretes, Aristóteles, Diógenes, Eurípides o Pericles. La filosofía, el teatro... la democracia. Nos recuerda Auserón, además, que la palabra «especulación» tiene un sentido original bien distinto al que todos conocemos, un significado más noble. Especular: «Meditar, reflexionar. Examinar y registrar con atención una cosa para conocerla».
Sin duda los griegos inventaron también la especulación, ese empeño por conocer y por reconocernos. Para ver, para darnos cuenta, para examinar algo es preciso dar unos pasos atrás y tomar una cierta distancia, lo que hoy en día, dada la omnipresencia del sistema, resulta sumamente complicado. El teatro es para ello una herramienta privilegiada: Nos permite vernos, reconocernos en lo que realmente somos. Es una ventana luminosa que suele dar directamente a nuestros patios más traseros y oscuros.