Tengo la impresión de que algunos intuyen ya que se les acaba el chollo y empiezan a rebuscar, con tintes de desesperación, dónde pastar.

A Iñaki Ezkerra, por ejemplo, le empieza a pasar eso mismo. En el nuevo tiempo político busca y rebusca material para sus soflamas y ahora se ha dado cuenta de que en estos pagos, la Guardia Civil no es un cuerpo armado que goce de las simpatías de la población.

Ayer en «La Razón» empezaba duro: «¿Es raro que un ladrón desee la desaparición de la Policía, o sea, de su principal pesadilla? ¿A quién puede temer y odiar más ETA que a la Guardia Civil, o sea, a quien la conoce bien? Deslegitimar a esa institución y conseguir que, si no sale del País Vasco, quede por lo menos su radio de actuación lo más recortado posible, se presenta en estos días como uno de los lógicos objetivos de la banda `todavía' armada». A servidora le gustaría que el radio de actuación ese se situara de Pancorbo para allá.

Para mofa del personal, Ezkerra intenta provocar: «en contra de los falsos tópicos, no hay nada que más tema un guardia civil en Euskadi que ser acusado de extralimitarse en sus funciones. Su temor al abuso de poder es mayor que a un tiroteo con los terroristas. Mayor que el de un profe de secundaria a darle una colleja a un alumno». Que se lo pregunte a cualquier persona que haya pasado, por ejemplo, por Intxaurrondo. Verá qué le contestan.

Y ahora nos habla de segregación. No se lo pierdan: «el Grupo de Acción Rápida de la Guardia Civil ha sufrido estoica- mente toda su vida el vacío y las malas caras en las tiendas de los pueblos donde trabaja». Pues será por algo, digo yo. Y, además, no creo que en el Código Penal se recoja como delito el poner mala cara. ¿Verdad?

Pero también la Benemérita tiene miedo, reconoce Ezkerra: «No hay miedo a que Bildu les ponga nerviosos (...) A lo que hay miedo es a que se pongan nerviosos los socialistas y hagan concesiones en esa línea política suicida que mantienen de vendernos la `anormalidad de la legalización de ETA' como un paso hacia la normalización vasca». A lo que tiene pavor Ezkerra es a las soluciones. Está claro.