CRíTICA festival de jazz de Getxo
De lo abrumadora que puede resultar la perfección
Javier ASPIAZU
El domingo, en la plaza Biotz Alai, hubo «temporal»: el trío escandinavo del pianista Carl Winther descargó chaparrones de ritmo de intensidad siempre creciente. Tonos obsesivos, con marcados obstinatos y velocidades de vértigo. Todo de cosecha propia. En algún momento nos preguntamos si tal aluvión de notas serviría para contar efectivamente alguna historia. Duda que mantuvimos hasta el final y es que, probablemente, estos esforzados vikingos no sabían tocar de otra manera: el único tema en que se sosegaron e intentaron ponerse líricos bordeó el tedio.
En la pieza de cierre recordaron más que nunca al trío de Sbjorn Svensson, inevitable influencia para el joven pianismo europeo. A su favor: técnica sobresaliente, energía y entrega absolutas, aunque su música no exprese tanto como quisieran. Tienen serias opciones de victoria en el concurso, pero los rumanos de Sorin Zlat no se lo pondrán fácil.
Tras la pausa, el grupo del contrabajista Dave Holland ocupó el escenario para ofrecernos uno de sus clásicos conciertos. Clásicos en el sentido de constituir siempre acrisoladas muestras del mejor post bop contemporáneo.
Un concepto sólido y sin fisuras del jazz, siempre gratificante, interpretado por un quinteto casi perfecto. Y sin embargo, permítanme la herejía, hay algo de cerebral y previsible en la música de Holland para pequeño formato. El esquema habitual, directamente heredado del bop, consistente en: exposición de la melodía, rueda de solos, y retorno a la melodía para finalizar al unísono, sólo consigue escapar de la rutina gracias al impresionante virtuosismo de los miembros del grupo.
Los solos de Robin Eubanks al trombón o Chris Potter al tenor se muestran tan bien construidos y autónomos, en su estudiado desarrollo, que parecen historias independientes, válidas por sí mismas. La música de Holland se convierte así en una excusa para disfrutar (o soportar, en el peor de los casos) la previsible rueda de titánicas improvisaciones, apabullantes y majestuosas, maratonianas y, hasta cierto punto, abrumadoras, de que son capaces sus músicos. El ánimo del público, como el de este cronista, puede oscilar entre la admiración y la extenuación, aunque siempre ha de predominar la primera ante tanta calidad y excelencia técnica.
A todo esto, todavía no les he dicho que el quinteto interpretó temas de su último álbum, grabado en enero del pasado año, y otros ya clásicos como «Free for all», donde Holland se lució. Les he hablado de solos, pero puestos a elegir, prefiero los del líder del grupo. Hay pocos tonos tan bellos y rotundos al contrabajo. Sólo por eso, el concierto fue un lujo.
Grupos: Carl Winther trio / Dave Holland quintet.
Lugar: Plaza Biotz Alai, Algorta,
3-07-2011.
Asistencia: Aforo casi completo.
Precio: 15 euros.
Título original:
«White Material».
Dirección: Claire Denis.
Guión: Claire Denis y Marie N'Diaye.
Interpretación: Isabelle Huppert, Christopher Lambert.
País: Estado francés.
La trigésimo quinta edición Festival Internacional de Jazz de Getxo dirá adiós hoy con un inmejorable broche. A partir de las 22.00, el artista norteamericano Branford Marsalis, considerado como uno de los grandes virtuosos del saxo, actuará en la plaza Biotz Alai. Le precederá a las 21.00 en el mismo escenario la banda ganadora del Concurso de Grupos, que se dará a conocer el mismo día. La actuación del grupo catalán Miguel Fernández Quartet en la sección «Tercer Milenio» (plaza Estación de algorta, 19.00) completa la programación de la jornada.
Branford Marsalis (1960, Breaux Bridge), ha sido ganador de tres premios Grammy y ha colaborado en proyectos ligados a diferentes estilos musicales. Su último trabajo, «Metamorphosen», marca el décimo aniversario de su cuarteto, y Marsalis utiliza tanto el tenor como el soprano y saxo alto. GARA