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La incansable búsqueda del pan para mañana: una conversación con Alfredo Salazar

No da demasiadas entrevistas ni es la cara más vista del Baskonia, pero su nombre infunde respeto y, sobre todo, admiración. Es Alfredo Salazar, uno de los ojos clínicos más reputados a la hora de reconocer el talento. Garbajosa, Calderón, Nocioni, Scola o Splitter lo atestiguan.

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Arnaitz GORRITI

La temporada ha terminado para el Caja Laboral Baskonia, pero su director deportivo, Alfredo Salazar, está lejos de tomarse un respiro. «Lo que sí haces es tomártelo con más calma, o marcar la pauta a la hora de establecer horarios. No puede ser que, como a veces me ha pasado, te llamen a las dos de la madrugada desde Argentina. Pero desconectar, nunca».

No obstante, afirma que «el trabajo anual ya está hecho. Asistiré al Eurobasket sub'20 de Bilbo -que se celebra del 14 al 24 de este mes-, y a algunas universidades americanas. Ten en cuenta que junto a Juan Pedro Cazorla -ex jugador baskonista y ahora «mano derecha» de Salazar-, ya controlamos a jugadores de 1994 y 1995 y hasta los 20 años. Luego tenemos un coordinador en Sudámerica y varios contactos por Europa».

Lleva media vida siendo el «ojo de águila» baskonista, y ese gran criterio como ojeador -Scola, Splitter, Garbajosa, Nocioni o Calderón llevan su sello-, le ha valido el respeto y la admiración de todos, pero no por ello deja de tener ilusión. «Si pierdes la ilusión lo pierdes todo. Llevo en este cargo desde un par de años antes de que Josean -Kerejeta- entrara como presidente -1988-, y la ilusión es lo que te mantiene vivo. Es como un veneno. No es pretender ser más listo que los demás o decir `yo tenía razón', sino adelantarte un minuto, o que te dé rabia si llegas cinco minutos tarde, o si el equipo pierde».

Además, el trabajo de ojeador tampoco es una ciencia exacta. «Es cuestión de hornadas. En Serbia desde hace tiempo que se trabaja bien, pero luego aparece en la República Checa un jugador como Vesely, mientras que en Argentina, desde la generación dorada, llevan años donde no les sale nada».

«Pan para hoy, nada para mañana»

Salazar sigue apostando por los jóvenes para un Baskonia que pelea con los mayores equipos del continente. «Nosotros no podemos fichar a gente de 30 años, aunque en un momento puedan llegar de forma puntual -Palacio, Rancik, Pietrus...-. Eso es pan para hoy y nada para mañana». Asimismo, matiza el lamento de su presidente al echar en falta «mayor carácter» en su equipo. «Se ha notado la falta de Tiago -Splitter-, aunque Barac lo ha cubierto bien. A la gente se le olvida que fuimos campeones con pocos cambios respecto a este equipo. Lo que sí nos vendrá bien es el fin de los cupos porque, salvo que hagas plantillas de 15 como el Panathinaikos, los cupos te impiden acertar».

Por ello, en el contexto de una temporada decepcionante como la del 2010/11, donde el Baskonia se ha quedado fuera de las finales, Salazar aboga por mantener la paciencia, sobre todo con los más jóvenes. «Con la llegada de Heurtel hemos cubierto los bases, pero ahora habrá que mirar los aleros y los interiores. Eso sí, creo que algo de mala suerte sí que hemos tenido. Por un lado, Bjelica se ha lesionado cuando empezaba a destacar. Es una lástima, porque tiene talento».

Sobre Musli, aún es más tajante. «Dejan tiene apenas 20 años, y a esa edad ni Tiago tenía minutos y Nocioni estaba en Manresa, en la LEB. Ni a él ni a Bjelica les han salido las cosas, pero no tiene sentido enterrar a jugadores de 20 ó 22 años. En el caso de Musli, ¿qué interior de 1991 hay en la ACB?».

Quédense con estos nombres

Paciencia, y esperanza, como en gente como Matías Nocedal, argentino de 1990 que ha jugado en el Fileni Jesi de la Lega Due italiana cedido por el Baskonia. «Ha hecho un buen año -8,5 puntos y 2,3 rebotes de media-, lo que pasa es que sigue sin definirse entre base y escolta. Creo que el año que viene puede ser el de su explosión», avisa.

Y otros dos nombres para quedarse con ellos. Devon van Oostrum -concentrado con la sub'20 británica como preparatorio al Europeo B para ir luego con la absoluta, y eso que es de 1993-: «Le costó adaptarse, pero es muy atlético y fuerte. Si termina de centrarse, podemos tener a un futuro Calderón».

El segundo es el gasteiztarra Alex Ramón, otro base-escolta de 1993. «En su caso, su familia no quiere que descuide sus estudios, y a este nivel es difícil compaginarlos. En ese sentido los jugadores que llegan de fuera, caso de Van Oostrum, o anteriormente Scola o Tiago, suelen tener más clara su opción por el baloncesto, pero Alex puede salir. Al final, el que es bueno acaba saliendo», dice.

Y de entre los cadetes baskonistas, anoten los nombres de Sandro Gacic, Carlos Martínez o los hermanos Diop. «Y lástima que se truncara lo de Saric, donde intervinieron miembros del Gobierno croata para impedir su llegada, cuando ya estaba hecha».

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