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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Había gato encerrado

Cuando alguien como Eduardo Uriarte, en «El País», inicia un artículo diciendo cosas como «De corazón hay que felicitar a Donostia por su elección de capital europea de la cultura para el 2016. Una buena noticia que nos permite sobrevivir en algo que hemos convertido en deporte nacional, aguantarnos en tan poco espacio hasta lo inverosímil unos vascos a los otros, porque de vez en cuando sale el sol por Antequera con algún que otro acontecimiento que favorece la esperanza». Hay razones para echarse a temblar. Habrá gato encerrado, sin duda.

De entrada Uriarte empieza en plan chistoso: «Además, la Bella Easo, nuestra Disneylandia, como de vez en cuando la calificaba el inolvidable Juan Carlos Eguileor -extraño y encomiable caso de donostiarra que ejercía de bilbaíno- se lo merece». Y después de la digresión pretendidamente divertida, Uriarte vuelve por donde solía y habla de Bildu: «Craso error no haber esperado la ruptura con ETA para su legalización. De todas formas ahí tienen un gran juguete para justificar ante los que lo tenga que justificar que hay que hacer política y dejarse de muertos. De momento, creo que siguen pensando que han llegado aquí por haberlo hecho sin ruptura, no como los de Aralar, que les ha ido tan mal, y eso deteriora las esperanzas de normalización democrática». Se le olvida que la legalización de Bildu vino de la mano del Tribunal Constitucional. Otro que se cisca en Montesquieu.

Uriarte es de los que cuenta mal un chiste y se ríe él sólo para pasmo de la concurrencia: «El `gordo' de la capitalidad cultural en estas circunstancias me recuerda a lo que pasó con los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. No fue Hitler el que las solicitó, estaban concedidas en 1931, dos años antes de que los nazis en minoría llegaran al poder por la incompetencia y exceso de confianza del resto de los partidos, que prefirieron el radicalismo nacionalista a la búsqueda del encuentro democrático que lo evitara». ¡Que antiguo parece el argumentario de `Teo'?, ¿verdad?

Y, al final, confiesa su desazón: «De momento, su objetivo es aprovechar este mandato para la negociación y la autodeterminación, por lo que no perderán mucho tiempo en la capitalidad de una cultura extranjera, más bien lo contrario, ofrecerán la capitalidad de una nación oprimida. No es, pues, para felicitarse tanto, pero la oportunidad existe». Le han salido granos verdes.

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