Andrey Amador aguanta en el Tour con un esguince de tobillo con el mismo instinto de supervivencia que le llevó a sobrevivir al tiroteo y a la paliza de la que fue objeto cuando fue asaltado el 29 de diciembre de 2010 y que le ha permitido ser el primer participante en el Tour de Costa Rica, un país en el que nada ayuda a ser ciclista.

En su primer día en el Tour se cayó y sufrió un esguince en su tobillo izquierdo que le impedía andar y tras ver la inflamación resulta milagroso que siga en carrera y que ayer lanzara a Rojas para asegurar el maillot verde en el sprint intermedio: «Han podido más las ganas y la motivación que tengo. La lesión es considerable y, si es duro el ciclismo y el Tour, más aún lesionado. Acabé la primera etapa muy tocado y en la crono tenía incertidumbre, pero me dio confianza terminar con los demás ese día y el siguiente. Estoy bastante mejor y espero no limitarme a acabar. Me gustaría meterme en alguna fuga».

Inicio de año en la UVI

Siente que la desgracia, como a su equipo, le ha perseguido en los últimos meses. Así comenzó el año en la UVI tras estar seis horas inconsciente en un río tras ser objeto de un atraco y una paliza. Le robaron todo lo que tenía de valor -la bici, el reloj, el casco- y llegó a pensar que le quitaron la vida porque no se conformaron con coger la bici que dejó en su huida a pie.

Recuerda que «me fui a hacer un entrenamiento a un puerto y desde un coche me interceptaron unos maleantes. Traté de huir y me dispararon con pistolas de electricidad. Estuve más de 20 días en el hospital en cuidados intensivos. Lo superé, pero me costó recuperarme».

Admite que es muy difícil ser ciclista en Costa Rica, pero más que por esa inseguridad «porque no está bien pagado. Hay tres o cuatro corredores que pueden pasar el día a día medianamente bien, pero tampoco les arregla la vida. Es difícil vivir de eso y tampoco hay un calendario con muchas carreras».

Espera que el hito histórico que representa la presencia del primer costarricense en el Tour ayude: «Le están dando mucho seguimiento al debut y me gustaría que en mi país se apoye no a mí, sino al ciclismo y a otros deportes. Que no sólo sea el fútbol, que es el deporte número uno, hay grandes deportistas a los que tal vez no se les ha dado el apoyo que merecen».

Por eso tuvo que venir a Iruñea para ser ciclista. Nació en San José, la capital de Costa Rica, el 22 de agosto de 1986, hijo de padre costarricense que conoció en Moscú a su madre, rusa. De ahí su nombre de Andrey y su segundo apellido de Bikkazakova. A los 20 años fichó por el Lizarte navarro gracias a la mediación de un compatriota.

José Adrián Bonilla corría ese 2007 en el Fuerteventura tras militar tres años en el Comunidad Valencia y sigue como referente en su país, donde compagina el papel de corredor y director y el domingo se proclamó campeón de contrarreloj.

Agradecido a Bonilla y Azcona

Amador atribuye a Bonilla buena parte del mérito de ser el primer costarricense que corre un Tour: «Es como una escalera. Estoy aquí por el trabajo que otros han hecho antes. A Bonilla le debo mucho. Siempre me he entrenado en Costa Rica con él y me ha enseñado mucho y fue quien me ofreció la posibilidad de venir al Lizarte para intentarlo. Me puso en contacto con Manolo Azcona y estoy muy agradecido a los dos. Manolo es casi mi segundo padre. Me apoyó en los dos años que estuve en su equipo y aún me sigue apoyando y estamos en contacto».

Corrió en Lizarte en 2007 y 2008, en los que logró veinte victorias, entre ellas la Vuelta al Bidasoa, y fue el mejor amateur del pelotón vasco y ganador los dos años de la Challenge de GARA. Al término de la primera tenía ofertas para pasar a profesionales, pero prefirió esperar con la seguridad de que en 2009 iba a correr en Caisse d'Epargne.

Lleva cinco años en Iruñea, donde está encantado porque coincido «con gente de mucha experiencia como nuestro director Arrieta y Txente García, que me trasmiten sabiduría y conocimiento. Además me entreno mucho con Martín Iraizoz, que intenta dar el salto».

Seguirá tres años más en Iruñea porque Movistar acaba de renovarlo hasta el 2014: «Estoy muy contento porque esto es como una familia. Eusebio siempre me ha dado el apoyo, nunca me he sentido presionado y cuando me ha presionado es para bien porque no hacía las cosas bien. El nuevo contrato me da mucha confianza, tres años te dan la garantía y la estabilidad para trabajar muy tranquillo y quiero responder a esa confianza, sobre todo en vueltas de una semana y la media montaña, que puedo pasar bien».