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Sin que sirva de precedente, los Torrestrella firman una carrera noble y sin cornadas

Natxo MATXIN

Tienen una fama ganada a pulso por anteriores accidentadas participaciones. Los Torrestrella dejaron dos heridos por asta en su última comparecencia y fueron protagonistas desgraciados en un ya lejano 13 de julio de 1995 en el que cornearon mortalmente al estadounidense Matthew Peter Tasio al inicio de la Plaza del Ayuntamiento.

No parecía descabellado, por tanto, iniciar la serie de ocho encierros de 2011 con una torada tan temible en un día en el que, aunque se homenajease al patrón, se antojaba menor participación por correrse entre semana. Y los morlacos, rompiendo su tópico, colaboraron en la limpieza de la carrera, que tuvo bonitos momentos y, lejos del morbo, transcurrió sin mayores incidentes que reseñar que algunas caídas y sus consiguientes traumatismos.

El primero en el tramo de Mercaderes, donde un panameño de 35 años -A.A.L.G.- sufrió un fuerte golpe en la nariz. Acorde a cómo discurrió la jornada, la polémica curva fue tomada sin mayores contratiempos por el grupo de astados, ya que ninguna de sus unidades llegó a resbalar, lo que posibilitó que la manada permaneciese compacta camino de la plaza.

La calle Estafeta generó, en cualquier caso, la que más problemas, aunque de menor calado, dada la mayor afluencia de participantes. S.L.M., vecino de Guadalajara de 26 años, padeció un traumatismo torácico, mientras que J.L.M.A., hombre de 40 años de Zamora, lo sufrió en cara y tórax. Ambos fueron trasladados al Hospital Virgen del Camino por las asistencias sani- tarias, aunque sin ser de carácter grave.

Fue la parte del recorrido en el que mayor peligro de fractura se produjo, con un tropezón múltiple de varios toros, pero ayer los Torrestrella no estaban por la labor de aportar su grado de dramatismo a la primera carrera. Había que empezar con buen pie, que bastante peligro se sentirá con la llegada del multitudinario fin de semana.

M.A.C.G. cerró el capítulo de incidencias de mayor consideración con una contusión ocular que se produjo a la altura de Telefónica. La caída de un manso -no tanto, pues embistió en la plaza- puso la anécdota final.

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