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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

¡Autor, autor!


El monopolio de la SGAE va a tardar en caer más que la dictadura de Franco. Cuando veo las ruedas de prensa que dan los autores de música, literatura y cine que representan al resto de compañeros creadores observo una decadencia manifiesta. Suelen ser artistas venidos a menos, que para consegir un retiro digno se apuntan a puestos administrativos en la SGAE, máxima defensora de sus derechos. Y es que si lo de las pensiones tiene el futuro muy negro, peor pinta aún para los autónomos del artisteo.

Lo que ya no se les puede consentir, con o sin jubilación anticipada de por medio, es que todos ellos se acojan a la presunción de inocencia. Me parece el colmo del cinismo, cuando la SGAE ha estado bajo sospecha desde hace décadas. Y las palabras que más me duelen son las de la ministra Ángeles González-Sinde, porque me viene a la cabeza automáticamente su contencioso particular con el defenestrado Álex de la Iglesia.

Según ella, el entonces presidente de la Academia era poco menos que un traidor, por el mero hecho de dialogar con los internautas. La guionista de «Mentiras y gordas» quería hacernos creer que el bueno de Álex estaba poniendo en peligro, él solito, los sagrados principios de la propiedad intelectual. Y ahora va y pide respeto para los acusados de robar de las arcas de esa sociedad que dice velar por los intereses de los autores...

Yo también me voy a poner digno para cuestionar del concepto de autoría, porque cada vez es más difícil crear una obra original sin copiar o plagiar a nadie. En ese caso los derechos deberían ser para los descencientes de los creadores primigenios, ¿o no?

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