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TOUR Espectaculares etapas de montaña

Un Tour todoterreno que alegrará mucho a los escaladores

La dirección de carrera ha diseñado un recorrido con terrenos muy variados, y aún quedan las cuestas más relevantes, que llegarán a partir de la 8ª etapa.

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Jean MONTOIS (AFP) | PARÍS

El recorrido del Tour 2011 abarca todos los terrenos posibles, desde la salida con el Paso de Gois -que queda sumergido por el agua cuando sube la marea- hasta la llegada en los Campos Elíseos de París. Los Pirineos y los Alpes -en el centenario de la primera ascensión al Galibier- representan los inmutables puntos fuertes. Pero los organizadores buscan novedades para animar la prueba cada año, sobre todo en la primera semana, antes de la alta montaña.

«Eso es lo que hemos intentado hacer este año», explica el director del Tour Christian Prudhomme. «Hay llegadas en llano -como la de Redon el pasado lunes- hechas para los sprinters; subidas con una pendiente poco pronunciada -la de Mont des Alouettes del sábado-, para sprinters más potentes; y cuestas algo más exigentes -la del Muro de Bretaña del martes-», que disputan los mejores.

Aficionado a los cambios con la finalidad de trastornar los hábitos de los equipos, y sus estrategias a menudo estereotipadas, Prudhomme renunció este año al tradicional prólogo contrarreloj. Sólo habrá una etapa cronometrada individual, en Grénoble, el penúltimo día, sobre un selectivo trazado que fue probado en la Dauphiné.

A falta de bonificaciones en las llegadas, la clasificación de la primera semana corría el peligro de depender directamente de la contrarreloj por equipos, aunque la distancia fuera de tan sólo 23 kilómetros. Y de momento ha sido así, porque Hushovd se mantiene líder desde entonces, aunque con un escaso segundo de ventaja sobre Evans.

Pero esta primera semana hay otro elemento a tener en cuenta, el viento -«el elemento más importante después de la montaña», recuerda Prudhomme-, que podría jugar una mala pasada a alguno de los favoritos.

Agnel, el «techo» de la carrera

Las primeras cuestas relevantes aparecerán a partir de la octava etapa. El Tour pasará dos días en el Macizo Central, seguidos por dos etapas de transición en el Tarn, para adentrarse en sus primeras cumbres el 14 de julio (el inédito Hourquette d'Ancizan, Tourmalet, Luz Ardiden...).

El Aubisque debería pesar menos que el Plateau de Beille al día siguiente, la gran ascensión del departamento del Ariège con la que concluirá el trío de etapas pirenaicas el 16 de julio. También los Alpes se repartirán en tres jornadas, aunque antes de afrontarlos habrá tres jornadas de tregua entre los dos macizos montañosos: una llana con llegada en Montpellier, una de descanso y la llegada en Gap.

Al día siguiente de la meta italiana de Pinerolo el Tour atacará tres cimas de categoría especial. Empezará subiendo el Agnel (de 2.744 metros, techo de esta edición), seguido del Izoard (2.360 m.) y acabará -por primera vez en la historia del Tour- en la cima del Galibier (2.645 m.).

El corredor que salga de ahí con el maillot amarillo tendrá muchas posibilidades de ganar el Tour, pero al día siguiente espera otra etapa impresionante, en la que habrá que empezar con el col de Télégraphe (1.566 m.), para volver a subir el Galibier -por su vertiente más empinada-, encarar un larguísimo descenso hasta Bourg d'Oisans, y finalizar la etapa con el ascenso al Alpe d'Huez (1.850 m.). Serán 109 kilómetros solamente, pero de altísima dificultad. Los escaladores, al menos esta vez, no tienen de qué quejarse.

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