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«Cars 2» presenta una continuación viajera

A John Lasseter su trabajo al frente de Pixar y de Disney no le deja mucho tiempo para dirigir películas, pero se siente tan unido a «Cars» que ha querido ponerse personalmente al frente de la secuela. La continuación ya no es tan nostálgica respecto al mundo del motor, y se hace eco de la crisis mundial, con la búsqueda de energías alternativas a la gasolina.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

«Cars» no fue la película más taquillera de Pixar, pero sí la más querida por los niños, que coleccionan todo lo relacionado con Rayo McQueen y el resto de entrañables personajes creados por John Lasseter. Es una declaración de amor por parte del público infantil a una idea totalmente original, consistente en dotar de una identidad humanizada a cada modelo automovilístico. Esa sintonía ha hecho que «Cars» sea la película de Pixar que más beneficios ha generado gracias al merchandising, en total la astronómica cifra de diez mil millones de dólares.

Si «Cars» es la cinta de Pixar que más ventas de ropa, complementos y juguetes genera internacionalmente, parece lógico que su continuación trate sobre carreras de coches alrededor del mundo. Es el pretexto para un lanzamiento a gran escala de los productos asociados a la imagen de Rayo McQueen, algo que el recordado actor aficionado a los coches deportivos jamás habría podido imaginar. Disney ha puesto toda su artillería pesada al servicio de la pertinente campaña publicitaria, debido a que en sus planes entra la inauguración de un nuevo parque temático que se llamará, como no podía ser de otra forma, CarsLand.

Segundas partes...

A Disney le gustan las continuaciones de sus películas clásicas por razones puramente comerciales, pero Pixar no quiere abusar de la producción de nuevas entregas de cara a instaurar interminables franquicias. La prueba está en «Toy Story 3», que es la mejor película hasta la fecha de cuantas han salido de la factoría de Emeryville. Su calidad superior justifica de sobra la existencia de una tercera parte, más allá de cualquier estrategia de mercado.

Para mantenerse fiel a esta política tan exigente, John Lasseter pone siempre como ejemplos a seguir de segundas partes mejores que los títulos que las precedieron a «El Padrino II», de Francis Ford Coppola, y a «El Imperio contraataca», de Irvin Kershner. Falta por saber ahora si «Cars 2» se ajusta realmente a su máxima.

Con «Cars» John Lasseter quiso rendir un sentido tributo al genuino espíritu de las películas de carretera que, como sucede con el western clásico, hablaban de la libertad cuando todavía era posible recorrer los EEUU de punta a punta en coche, repostando en lugares perdidos que representaban la América profunda en toda su inocencia perdida.

«Cars 2» parte ya de otro planteamiento bien distinto, que surgió cuando el propio Lasseter presentaba la primera parte por distintos países. Cada vez que llega a un sitio se le ocurrían divertidas situaciones, imaginando cómo se comportaría el viejo camión-grúa Mater en ciudades desconocidas con atascos y problemas de tráfico, o en rutas nunca antes visitadas donde se conduce por la izquierda.

Por eso la base argumental de «Cars 2» pasa por la puesta a prueba de la amistad entre Mater y Rayo McQueen, una vez que se ven lejos de casa. La pareja protagonista deja atrás el pasado romántico para meterse de lleno en un mundo globalizado, y de ahí que se plantee la búsqueda de energías alternativas a la gasolina.

No obstante, más que un argumento en si, la nueva película es un reflejo del viaje sin fronteras y la trepidación del mundo moderno. Al presentar tantos y variados escenarios, la realización se ha concentrado más en la parte visual, con diseños sorprendentes que ponen aún más alto el listón técnico de Pixar. Se persigue el sentido del espectáculo y la acción de «Los Increíbles» antes que la emotividad de la historia, al contrario de lo que ha sido la norma en otras grandes creaciones de la casa como «Wall-E».

Estreno

Dirección: John Lasseter y Brad Lewis.

Guión: Ben Queen, sobre un argumento de John Lasseter, Brad Lewis y Dan Fogelman.

Producción: Denise Ream.

Dirección artística: Jay Shuster.

País: EEUU, 2011.

Duración: 105 minutos.

Género: Animación.

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