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EH Jaietan | Iruñeko Sanferminak, Momenticos sanfermineros: 1979

El «tiro al facha» acabó en comisaría

Se ha escrito mucho de los Sanfermines txikitos de 1978, pero poco de las fiestas de 1979, primeras sin Germán Rodríguez y con nuevo ayuntamiento. Las FOP evitar intervenir esta vez... hasta el día 16. La víctima fue la «barraca» de moda: el «tiro al facha».

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Ramón SOLA I

Cuentan las crónicas de la época que fue, sin duda, la atracción de las fiestas. Y sin estar siquiera en el recinto ferial, sino en de las «barracas políticas». El letrero, desde luego, llamaba la atención: «Tiro al facha». Una ma- nera -incruenta, eso sí- de pasar factura por lo que había ocurrido un año antes, cuando los «grises» reventaron los Sanfermines, con una decena de heridos de bala, Germán Rodríguez fallecido y las fiestas suspendidas. Fuera por revancha o simplemente porque la barraca hizo gracia, la prensa navarra afirmaba que «decenas de miles de personas» habían pasado por el chiriguito desde el día 6 hasta el 15.

La Policía esperó al 16 para intervenir. A eso de las 9.00 de la mañana, dos de los miembros de la AOA (Asociación Obrera Asamblearia) estaban recogiendo el material cuando se encontraron con los uniformados. Y aquellos no eran de pega, como la figura del guardia civil del garito. Jesús González y Javier Esparza acabaron en comisaría, acusados de un delito de «injurias» al Rey y a Suárez.

En realidad, había más dianas, al parecer de menor categoría penal. A saber, «un yanki, un guardia civil, Fraga, la señora de Franco y Martín Villa». Ocho figuras que acabaron también en los chiqueros de la Policía española, como la prueba fundamental de cargo.

La mecánica era de lo más sencillo. Por 25 pesetas (algo más de lo que costaba entonces un periódico o una barra de pan), se podían lanzar tres pelotas de trapo a la figura que se escogiese. Que se sepa, no había premio, más allá de la satisfacción interior o el desahogo de cada cual. Pero éste debía ser grande a tenor de la nota de protesta del resto de colectivos de las txosnas, que destacaban que «decenas de miles de personas han acogido entusiásticamente el Tiro al Facha y han expresado su rechazo a instituciones y personas netamente franquistas».

Junto a la AOA firmaban la nota EIA, EE, EMK-OIC, PCE (ml.), HB, LKI, PT, CCOO, LAB, Gestora pro-Amnistía y COPEL. Para todos ellos, resultaban detestables unas detenciones que «rompen el clima de comprensión mutua entre todos los entes de la ciudad».

Quien más quien menos se preguntó por qué una intervención tan intempestiva, en un momento en que la barraca ya cerraba la persiana e Iruñea se sumergía en su quincena de hibernación anual. A la Policía no le importó reconocer esta vez que simplemente no se habían atrevido a hacerlo antes debido al éxito del «puestico». Un día después González y Esparza quedaban libres. El «tiro al facha» pasaba al catálogo de momenticos míticos sanfermineros. Y sobre decir que el Rey, Fraga o la Guardia Civil siguieron.

Los navarros y la Policía, como que no...

El triste final de la barraca de moda empañó unos Sanfermines que habían mantenido la tendencia positiva de los «txikitos» de 1978, después del trauma colectivo del 8 de julio de 1978. Se estrenaba, además, el ayuntamiento de las primeras elecciones municipales posfranquistas, con Julián Balduz (PSOE) como alcalde y Patxi Zabaleta (HB) como segundo.

Todo había ido sobre ruedas, tan bien que ya se reavivaba el debate sobre si había que volver a hacer un San Fermin Txikito potente tres meses después, de lo que Balduz no era muy partidario, al entender que lo de 1978 sólo debía entenderse como una lógica excepcionalidad. El nuevo regidor sí quiso felicitar a las peñas por su actividad en las fiestas. Como Barcina, vamos.

Más buenas noticias: los encierros txikis con «txotikos» habían sido todo un éxito, el alcalde de Baiona visitó Iruñea para asentar el hermanamiento, y la Casa de Misecordia también se declaraba feliz por las 41.314.200 pesetas de beneficios de sus actos taurinos, aunque se destacaba que cada vez se ven- dían menos entradas para ver los encierros. En el periodo festivo puramente dicho, uno de los escasos percances fue el infarto sufrido por un concejal, José Luis Rodríguez Pedraza, justo después del Riau-riau, aunque mejoraba bien.

Lo que seguía en franca crisis era la relación de los navarricos y las FOP. Justo esos días, la prensa reflejaba que «el año pasado unos 40 vascos ingresaron en la Policía Nacional. Ninguno era navarro». Como dato añadido, después de las fiestas de Iruñea llegaban las de Tutera, y varias peñas riberas se unieron para reclamar que los cuerpos policiales no aparecieran por la ciudad esos días (sólo un mes antes, la Guardia Civil había matado en las orillas del Ebro a la ecologista donostiarra Gladys del Estal). Pero luego llegó Santa Ana y se armó el belén en el tendido de la Plaza de Toros de Tutera después de que algunos exaltados arremetieran contra la presencia de una ikurriña.

El «tiro al facha», por lo demás, tuvo aún alguna secuela, que acabó como la anterior. En 1981,el pim-pam-pum lo promovió el PCE (ml). Las dianas eran el golpista Tejero, Ronald Reagan -inquilino de la Casa Blanca- a una rata con el símbolo nazi. La versión tampoco fue del agrado de los poderes fácticos, que esta vez se llevaron detenidas a diez personas y juzgaron a ocho de ellas. Pero hasta el fiscal pidió su absolución.

Continuará...

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