EH Jaietan | Iruñeko Sanferminak
Las invasiones bárbaras
No es la película de Denys Arcand, ni da tiempo para filosofar. Iruñea se abarrotó el sábado de pantalones vaqueros a pesar de que, como dice el tópico, «cada vez vienen menos».
Alberto PRADILLA |
El sábado llegan las invasiones bárbaras a Iruñea. Miles de personas con un plan de 24 horas (48, los más entusiastas) aterrizan en el apogeo sanferminero con el único objetivo de ser parte de esta bacanal que, reconozcámoslo, es exactamente como dice la canción: «que no hay en el mundo entero, unas fiestas sin igual». Hay que asumir que a los iruindarras les da un poco de pereza salir a la calle con los efectos de la ebriedad del día anterior y sumergirse en esa masa etílica que asalta la ciudad durante el fin de semana. Hay mucha gente, la mayoría de ellos en estado semicomatoso, y avanzar de una calle a otra cuesta muchos empujones, alguna que otra mirada de pocos amigos y la certeza de que, en este caso, estás contra ellos o te sumas a la fiesta.
El sábado sanferminero también es el día de los pantalones vaqueros. Entre los forasteros que se sumergen en la jarana existen grados de mimetización con la fauna iruindarra, que van desde el que compra un kit completo en los puestos de la Taconera hasta quien se enfunda de civil. Aunque el uniforme estrella de los forasteros es la camiseta blanca y los pantalones vaqueros, que dan esa imagen de sanferminero a medias tan repetida el fin de semana.
El calor que abrasó ayer Iruñea invitaba a zambullirse en la juerga, así que la ciudad amaneció ya sumida en el caos, con algunas calles como Mercaderes con verdaderos tapones para poder circular. Desde el mediodía, los cubos de agua volaban desde ciertos balcones de Jarauta, aunque alguno de los foráneos no le pilló la gracia. Como siempre, la frase estrella era el «cada año viene menos gente». Algo que solo se podrá contrastar viendo la caja de los bares.