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Fede de los Ríos

Museo de los Horrores

En sala aparte mostrarán los trofeos-ikurriña conseguidos en los diferentes chupinazos y la excavadora que acabó con las barracas políticas. Con el fin de no politizar, en la cronología del museo faltarán los Sanfermines de 1978

Los museos están en el candelero. No hay ciudad que se precie que prescinda de tener varios por la cosa del turismo. En Ámsterdam idearon el de la Marihuana y el del Sexo. En Iruña, las autoridades, poco partidarias de los gustos holandeses, andan empeñados con pretensión provinciana, en construir uno de los Sanfermines a costa del presupuesto municipal. Ellos, siempre tan, tan, tan cosmopolitas, parecieran mostrar cierto complejo por no haber nacido en la patria del morenico Fermín. Ansían dejar rastro. Primero la nacida en Burgos, Yolanda Barcina, y ahora su mano derecha, el uruguayo Enrique Maya. Si no pasa nada por haber nacido fuera de Iruña. A la mayoría de los que pueblan el planeta les ha pasado lo mismo y son muchos los que viven la mar de felices. ¿A santo de qué viene esa pretensión de oficiar de faraones y dejar rastro de su paso por las instituciones públicas a costa del dinero de todos?

Los Sanfermines en un museo. Extraño para uno de Iruña. E impuesto por quien lo impone ¿qué elementos contendrá? Allí van algunas propuestas por si pudieran ayudar:

Si a la inauguración del Museo Balenciaga de Getaria (un pueblo al fin y al cabo, con mar sí, pero pueblo) asistieron Carmencita Martínez Bordiú, Beatriz de Orleans, Jaime de Marichalar y Sofía de Grecia, reina de los españoles; el Museo del Encierro de la capital del Reyno bien podría contar con la presencia de cuerpo presente del Caudillo que, con un poco de suerte, estará incorrupto como brazo de Santa Teresa de Jesús y pequeñico como era, podría servir de maniquí vestido de San Fermín. Y con «el turbio mulo Mola» y el traidor Sanjurjo, bien restaurados, ataviados con alpargatas, faja y pañuelico rojos, marcando distancias, «Diario de Navarra» en la mano, a un disecado Cebada Gago como descolgado de la manada. Harían la delicia de turistas españoles que lo visitasen. Ya en la puerta, el bilbilitano Arzobispo emérito Fernando Sebastián disfrazado de San Josemaría Escriba de Balaguer, con falda plisada y zapatos de charol rojo, interpretando jotas a San Fermín al tiempo que explica a los visitantes la gran influencia de la Escuela de arquitectura de la Universidad de Navarra en la vida de todos los pamploneses.

Por supuesto, estamos hablando de un museo construido por dos aventajados estudiantes de dicha Universidad como son Patxi Mangado y Pucho Vallejo. La tuna de la Universidad de Navarra al mando del entrañable ex alcalde Alfredo Jaime interpretando «Clavelitos» acompañaría el recorrido de los emocionados turistas. Todo ello entre un doble vallado custodiado por la élite de la policía municipal del marroquí Simón Santamaría, con sus abdominales, sus cabezas rapadas y la expresión inteligente oculta bajo las gafas de sol. En sala aparte mostraran los trofeos-ikurriña conseguidos en los diferentes chupinazos y la excavadora que acabó con las barracas políticas. Con el fin de no politizar y no traer malos recuerdos a los familiares de Germán Rodríguez, en la cronología del museo faltarán los Sanfermines de 1978. La derecha siempre tan sensible.

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