Una explosión se produjo el martes por la noche en unas instalaciones de transporte de los campos petrolíferos y gaseros de Deir Ezzor, en el este de Siria, en lo que sería el primer sabotaje de este tipo desde que comenzó la revuelta contra el régimen de Bashar al-Assad, el 15 de marzo.

Fuentes opositoras aseguraron que se trató de una explosión en un gasoducto en la localidad de al-Tayyane, al norte de la villa de Mayadine.

Por contra, la televisión siria aseguró que el sabotaje tuvo como objetivo un oleoducto y citó a un responsable del Ministerio de Petróleo. La producción petrolera en Siria alcanza los 380.000 barriles diarios, según cifras oficiales.

La provincia de Deir Ezzor alberga la práctica totalidad de la producción de petróleo y gas sirios.

Coincidiendo con el anuncio de este ataque, la oposición denunció que el régimen disolvió ayer a porrazos una marcha contra el régimen en la que participaban 250 intelectuales, deteniendo a varios de ellos.

«La embajada no se toca»

El presidente de EEUU, Barack Obama, elevó nuevamente el tono contra el régimen al asegurar que Al-Assad habría perdido «la legitimidad al no poder dirigir una transición democrática». Sin embargo, esta vez Obama tampoco quiso pedir explícitamente la marcha del presidente sirio.

Obama hizo suyas las declaraciones vertidas un día antes por su secretaria de Estado, Hillary Clinton. El inquilino de la Casa Blanca coincidió en que «ha perdido una oportunidad tras otra para presentar una agenda de reformas genuina».

En referencia a las protestas progubernamentales ante las embajadas francesa y estadounidense en Damasco, Obama aseguró, en tono amenazador, que «nadie puede jugar con nuestra Embajada, tomaremos todas las medidas necesarias para protegerla y creo que han recibido ese mensaje».