El ex director general de la Policia y la Guardia Civil, el jefe superior de la Policía en la CAV y un inspector jefe han sido procesados por colaboración con ETA en el «caso Faisán». La noticia causaría asombro a cualquier observador neófito de la realidad política española, sería motivo de un escándalo mayúsculo en cualquier Estado europeo de trayectoria democrática consolidada y provocaría una cadena de ceses fulminantes. Pero visto desde este país, transmite una sensación de déjà vu que retrata a un Estado partido en dos, polarizado y bloqueado para afrontar nuevos tiempos y nuevos paradigmas. Un Estado donde sus Poderes luchan entre sí de manera fraticida, con aparatos al servicio de agendas de partido, con una cultura política oficial muy por debajo de los estándares del entorno y que se presenta como un auténtico atraso que hay que dejar atrás cuanto antes.

El PP cree haber encontrado a su faisán de los huevos de oro, al filón para acosar y derribar a Rubalcaba. Éste contraatacará y seguirá el espectáculo del sainete y esperpento en el que va camino de convertirse la política española. Sólo queda acelerar y madurar las condiciones para sacar definitivamente a este país de toda esa grotesca espiral.