El presidente de EEUU, Barack Obama, dasafió las advertencias de Beijing y recibió ayer en la Casa Blanca al Dalai Lama, a quien le transmitió su «sincera preocupación» por la situación de los derechos humanos en Tíbet.

La Casa Blanca multiplicó sus precauciones para garantizar la máxima discreción al encuentro en previsión del enfado de Beijing y no anunció la reunión hasta el último momento, la noche del viernes. Los medios no fueron convocados y no se pudieron tomar imágenes del encuentro, que tuvo lugar en la Sala de Mapas de la residencia y no en el Despacho Oval, donde se recibe a los jefes de Estado.

Obama es «el presidente de la democracia más grande, y naturalmente él expresó su preocupación por los valores humanos elementales, los derechos humanos y la libertad religiosa», señaló el líder espiritual tibetano a AFP poco después de la reunión, que duró 45 minutos. «Por lo tanto, mostró una sincera preocupación por el sufrimiento en Tíbet y también en otros lugares», agregó.

China reaccionó con firmeza ante el anuncio del encuentro y el Ministerio de Asuntos Exteriores instó a Washington a «cancelarlo de inmediato».

La reunión «demuestra el fuerte apoyo del presidente a la preservación de la singularidad religiosa, cultural y lingüística de Tíbet y a la protección de los derechos humanos de los tibetanos», indicó la Casa Blanca.

EEUU debe «permanecer fiel a su compromiso de reconocer que Tíbet es parte de China», dijo el portavoz ministerial chino, Hong Lei, quien exigió a Washington que «no interfiera en los asuntos internos de China» y no haga nada que pueda «perjudicar las relaciones entre China y EEUU».