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Koldo Campos Sagaseta | Escritor y dramaturgo

«El teatro debe ser un acto de subversión»

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Koldo Campos Sagaseta entrega cada miércoles en GARA sus reflexiones sobre cuestiones de actualidad en Euskal Herria. También es habitual leerlo en Rebelión.org e Insurgente.org. En 1980 viajó a Nicaragua para participar en la campaña de alfabetización y de la patria sandinista el amor lo llevó a la República Dominicana, donde residió durante 25 años, a saltos entre este país, Nicaragua y Euskal Herria. República Dominicana es, por tanto, su segunda casa y aunque ya lleva cuatro años residiendo en Azkoitia, el teatro dominicano tiene presente su aportación y la ha reconocido en un reciente homenaje, momento que ilustra la fotografía que acompaña a esta entrevista.

Cuando supe lo de mi homenaje lo primero que hice fue ir al médico. Cuando el médico me aseguró que seguía vivo, lo segundo que hice fue confirmar el homenaje. Cuando supe que el reconocimiento venía de la mano de los teatreros dominicanos, lo tercero que hice fue agradecerlo.

En unas cuantas obras y algunas piezas para café-teatro en las que el humor, quiero creer que inteligente, sirvió para lo que entiendo debe ser el teatro: un acto de subversión.

Comencé con el teatro a mediados de los ochenta. Hasta entonces había trabajado, sobre todo, poesía y relato. La buena acogida de mi primera obra «¡Hágase la Mujer!», una farsa en la que se denuncia la discriminación de la mujer, y que ganó el primer premio de Casa de Teatro en 1987, fue todo un estímulo. También representó un disfrute añadido porque, por razones que no vienen al caso, acabé dando vida en el escenario a uno de los personajes, Dios. Desde entonces, indulgente que es uno, me he dado permiso para desempeñarme como actor en mis propias obras y, ocasionalmente.

«¡Hágase la Mujer!» abre la antología de teatro dominicano publicada en el 2004 por Howard Quackenbush y la Brigham Young University, y yo mismo he tenido la satisfacción de poderla presentar, además de en la República Dominicana, en Washington y Buenos Aires. Distintas compañías la han montado en Cuba, Puerto Rico, Nicaragua, Estados Unidos, El Salvador y Uruguay, que yo sepa, y actualmente la tienen en escena la compañía nicaragüense Dragos y la compañía Proyecto Teatro de Austin (Texas), a las que, por cierto, me encantaría confesarles que en mi condición de desempleado no me vendría nada mal cobrar eso que llaman derechos de autor para poder dedicarme a escribir teatro y seguir poniendo en sus manos nuevas obras.

Un festival debe servir para que puedan compañías y grupos de distintos países conocer e intercambiar experiencias, y para que los pueblos disfruten la fiesta del teatro. De ahí la necesidad de que los festivales se organicen en función de sus protagonistas, sea desde los escenarios, la calle o las butacas. El estado dominicano, que se muestra incapaz de cumplir la ley que le obliga a destinar el ridículo 4% a la educación, al igual que otros estados, apela a los festivales para maquillar su absoluto desinterés por la cultura y las artes, ante una opinión pública que demanda más teatro y menos festivales, más educación y menos excusas. Lo que aporta este festival es, como diría Valle-Inclán, «espuma de champaña y fuego de virutas», nada más.

No he salido de «casa» porque hace 29 años que me nacionalicé dominicano. Por ello celebro el ejemplo encomiable de esa juventud dominicana que, sobreponiéndose al desencanto y las penurias de una sociedad exhausta, de un país que se desploma, sigue haciendo teatro.

Es el primer título de Ediciones Clandestinas, una editorial surgida hace apenas unos meses de la mano del escritor y periodista Iñaki Errazkin. Es una reflexión sobre la soledad a partir de una historia de amor entre un hombre y una estatua, en una ciudad que el autor no se toma la molestia de mencionar pero que podría ser Pamplona, y dentro de unos cuantos años. De ahí ciertos aportes futuristas como los nuevos móviles Sensori-Sex que, además de los usos que se le suponen a un teléfono, producen, por ejemplo, el intercambio de besos y fluidos vaginales.

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