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El pelotón galo se felicita por la regeneración del ciclismo

Los mejores del pelotón, entre los que había tres franceses, pasaron los Pirineos «con sus propios medios».

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Jean MONTOIS (AFP) | MONTPELLIER

La reducción del número de favoritos tras los Pirineos ha significado una ruptura con la época reciente del Tour, cuando la carrera se ha visto alterada por el dopaje, probado o no.

La irrupción de los corredores franceses, largo tiempo desplazados a jugar papeles menores en esta ronda gala, apoya esta tesis compartida por quienes viven la carrera de cerca, aunque los directores de los equipos interrogados ayer al respecto eludían hablar de ello y procuraban evitar sacar conclusiones que quizá sean precipitadas.

En la ascensión a Plateau de Beille ninguna de las «figuras» consiguió sacar diferencias, causando cierta decepción entre los nostálgicos de un ciclismo de ataques. Los mejores corredores del pelotón corrieron con sus propios medios y, en este grupo, había tres corredores franceses: Voeckler, Rolland y Péraud.

«Deducimos lo que queremos», responde Jean-René Bernaudeau (director de Europcar), al preguntarle sobre los resultados de la última década y de los años 90, los días oscuros del dopaje sanguíneo, antes de la puesta en marcha del pasaporte biológico y del endurecimiento de la lucha antidopaje.

«Se rueda menos rápido», constata Yvon Madiot (FDJ), antes incluso de conocer los tiempos de la subida a Beille. Voeckler (como los demás favoritos de la general) hizo la ascensión en 46.53 minutos, es decir, tardó cerca de tres minutos y medio más que Marco Pantani en 1998, y tres minutos más que Alberto Contador en 2007.

Factores de los tiempos de subida

Por supuesto, hay que considerar con la debida precaución estos tiempos, que dependen de diversas variables (la meteorología, los puertos subidos anteriormente, la intensidad de la carrera...). Pero apuntan una tendencia, y más teniendo en cuenta que en 2007 la carrera sólo se aceleró después de los primeros kilómetros de subida.

«Físicamente, los favoritos parecen un poco menos bien», apunta Yvon Madiot, y subraya que «a nivel táctico, es lo mismo: el equipo rueda delante, tira a bloque hasta el inicio de los puertos, pero cuando el último gregario se aparta, todo hace pscchittt...».

«Las ventajas son menos importantes pero se encuentra a los mismos corredores delante, más Voeckler, que está en un gran momento de forma y tiene el maillot amarillo -indica Madiot-. A los franceses les cuesta moverse al final de las etapas, y no son quienes lanzan los ataques en esos momentos».

Sin querer sacar conclusiones definitivas de las etapas pirenaicas, Madiot prefiere utilizar el término «alentador» para referirse a la nueva generación. «En el fondo, los jóvenes que llegan -Thibaut Pinot, Kadri, Rolland, Jeannesson...- deben sentirse afortunados».

Por lo tanto, no es el momento [para los equipos franceses] de repasar las carreras de los años de escasez de éxitos, ni de recordar lo que pudo parecer un «atraco a mano armada» por parte de los ganadores atrapados uno y otro día después en controles de dopaje.

«Seguramente habríamos ganado más etapas, pero no es seguro que tuviéramos el nivel para acercarnos a los mejores corredores«, dice Yvon Madiot. «Las cosas no eran lógicas», apostilla Jean-René Bernaudeau, que prefiere centrarse en el futuro: «Es necesario volver a centrarse en el recorrido de las carreras, y me alegro de ver cada día más corredores que llevan el pequeño mapa de la jornada en el bolsillo, o colocado sobre su manillar».

«La bicicleta -recuerda- son ataques, desfallecimientos, alegrías y penas. ¡Y hoy volvemos a encontrarlos!».

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