Murdoch, más allá del cuarto poder
Un día después de que la «sección papel» del imperio Murdoch publicará en todos los periódicos británicos un remitido a toda página con las palabras «lo sentimos mucho», la ya ex directora de News International, Rebekah Brooks, fue arrestada por el escándalo de las escuchas telefónicas. El epitafio final -«Gracias y adiós»- del tabloide «News of the World», que tras 168 años echó la persiana, no consiguió contener un caso de múltiples implicaciones globales. Ni siquiera desistir en la adquisición de toda la plataforma de televisión vía satélite BSkyB -la auténtica máquina de hacer caja- ha servido para parar la tormenta. Las cuestiones planteadas alcanzan ya a la regulación de la prensa, la propiedad de los medios, al papel de la Policía y la relación entre políticos y periodistas.
Los buzones de voz de miles de personas -políticamente destacadas o simple gente con dramas periodísticamente explotables- han sido ilícitamente pirateados. El fin: acceder a historias exclusivas y conseguir scoops al precio que sea. Y así, dominar la influencia sobre la opinión pública y los políticos, más allá del beneficio económico. El objetivo era ser políticamente relevante y los medios utilizados contaban con tramas y cobertura al más alto nivel. Murdoch «decidía» las elecciones. Se criticaba a un presidente y muchos creían que apostaba por un cambio de Gobierno. Se pedía abiertamente el voto para un candidato y ya se veía como el ganador. En este caso, el conocido como «cuarto poder» hacía y deshacía con el concurso del Ejecutivo y sus aparatos, la inoperancia del Legislativo para abordar una regulación de los medios y su propiedad y la pasividad del poder judicial frente a unas prácticas que eran un secreto a voces.
Aunque EEUU y Australia se hayan sumado a las investigaciones, no parece que la humillación pública que puedan suponer sea la mayor preocupación de Murdoch y su troika. Los otros accionistas del imperio -que colectivamente poseen más del 60% del grupo News- empiezan a creer que haber permitido la cultura del «fuera de control» está dañando el negocio. El dinero aupó a Murdoch y el dinero puede terminar tumbándolo.