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Arkaitz Letamendia, Oskar Ameyugo | Sociólogo; Ingeniero y miembro de Kukutza

Amenaza sobre Kukutza: lo que está en juego

Sombras negras se ciernen sobre Kukutza III Gaztetxea. En el barrio bilbaino de Errekalde, los colores de los graffitis que decoran la fachada de esta vieja fábrica encantada sienten acercarse la oscuridad en forma de amenaza de desalojo. Oscuridad que emana de poderes grises y reaccionarios, pero a la que desde Kukutza (y gentes de muchos otros lugares apoyando) ya se ha anunciado que se va a hacer frente. Y es que es mucho lo que está en juego.

Para comenzar, Kukutza es un ejemplo concreto de proyecto popular, hecho por y para el pueblo, enmarcado en una urbe cuyas élites apuestan por un modelo de ciudad bien distinto. Los fenómenos de desindustrialización que afectaron al Gran Bilbao durante las últimas décadas del siglo XX condujeron a plantear diferentes estrategias de subsistencia. Apuestas como el Guggenheim, la apertura al turismo, a los congresos, la pugna por el reconocimiento internacional, las elevadas inversiones en elementos que aportasen prestigio a la villa son algunos de estos ejemplos que definieron la nueva estrategia urbana; en algunos casos con buenos resultados, y en otros, como en el caso del Bilbao Urban Circuit, con resultados negativos. El objetivo, en todo caso, era claro: reinventar un modelo económico que hasta hace no tanto funcionaba en base a la gran industria.

A medida que se construye esta ciudad prediseñada, se impone un modelo de grandes proyectos arquitectónicos donde las iniciativas populares son relegadas a un segundo plano. Y precisamente Bilbao es un lugar donde la cultura e iniciativas populares y las alternativas han existido y existen. Con este nuevo modelo elitista, por tanto, se corre el peligro de «pasar de ser una ciudad gris llena de gente de colores, a una ciudad de colores llena de gente gris». Un modelo urbano donde se buscan soluciones en todas partes, se consulta a especialistas de todos los países, se contrata a renombrados arquitectos internacionales; pero no se aprecian las propuestas del movimiento popular, todas esas alternativas que se vienen presentando desde hace muchos años por parte de la ciudadanía activa. Desde la administración no se ve al movimiento popular como una pieza clave para el desarrollo; más bien todo lo contrario.

Consideramos que hay muchísimo que aprender de las asociaciones vecinales, de los gaztetxes, de los grupos de autoconsumo, de las cooperativas, de los diferentes movimientos sociales. Todo este potencial se desprecia desde las élites hegemónicas. Y precisamente Kukutza es un ejemplo vivo de este potencial, y de que la alternativa existe y funciona. Es una experiencia real a la hora de plantear nuevas formas alternativas de sociedad, por lo que con la amenaza del desalojo es mucho lo que está en juego.

Por un lado, la importancia de Kukutza en la conformación del tejido social del barrio de Errekalde es indiscutible. Kukutza dinamiza y forma parte activa del barrio (tal y como atestiguan los miembros de la asociación vecinal Rekaldeberri) En cuanto a sus actividades, enumerarlas en un artículo sería imposible. Para hacerse una idea sobre su papel como centro de innovación y creatividad sociocultural y artística, os remitimos a ver un vídeo, a través de internet, introduciendo en youtube las palabras «lipdub kukutza». Con la amenaza del desalojo, por tanto, el papel socializador de Kukutza en el barrio, así como el conjunto de actividades socioculturales que se llevan a cabo en el gaztetxe, se encuentran en peligro. También se encuentra bajo amenaza, frente al desolador panorama del mercado inmobiliario, su función de vivienda para una decena de jóvenes. Paradójicamente, tras la amenaza de desalojo existe la intención por parte de una promotora de construir viviendas privadas; hurgando así en la herida simbólica de la problemática de la vivienda y de la especulación inmobiliaria contra la que los gaztetxes actúan.

Estas cuestiones están por tanto en juego. Y, sin embargo, si profundizamos más en el análisis, podemos observar que lo que en este caso se dirime va mucho más allá del derribo físico del edificio. Además de un ejemplo vivo y popular frente al modelo de ciudad elitista, lo que aquí se libra es una batalla entre dos formas antagónicas de vivir y de entender el mundo. Lo que Kukutza representa es la materialización efectiva, a pequeña escala, de unos valores y una forma de vida alternativas a lo impuesto; una reconfiguración de las relaciones sociales, de las pautas en que todo grupo humano se organiza, y que se estructuran en base a tres ejes: la manera en que se lleva a cabo y gestiona la consecución de los recursos materiales para la supervivencia del grupo (léase economía); la forma de estructurar la toma de decisiones del colectivo y las relaciones de poder (léase política); y la conformación del universo simbólico a través del cual la experiencia de las personas cobra sentido (léase cultura). Kukutza materializa alternativas reales para cada uno de estos tres ejes; veámoslos pues para entender mejor qué es lo que está en juego en todo este asunto.

En la historia más reciente, y más aún en las últimas décadas en que se intensifica el proceso de globalización a escala mundial, hablar de economía es sinónimo de hablar de capitalismo (aunque autores como Polanyi nos recuerdan cómo históricamente han existido formas de integración alternativas a los actuales sistemas de mercado, como la reciprocidad de la que derivan estructuras institucionales simétricas, o la redistribución de la que emanan estructuras centralizadas).

La propia esencia de gaztetxe, sin embargo, es un ejemplo práctico de alternativa contemporánea que se materializa y rompe con la lógica de la propiedad privada en algo tan esencial como es el suelo y la vivienda; la okupación de un espacio abandonado y su conversión en un centro lleno de vida cuestiona lo incuestionable, y realiza lo (supuestamente) irrealizable, en un momento en que el globo de la avaricia y la especulación del capitalismo financiero parece pinchar. Autogestión, autoproducción, cooperativismo, son otras de las nociones con que se funciona en Kukutza. La capacidad de conseguir autónomamente los recursos materiales necesarios para llevar a cabo sus actividades, así como las dinámicas de producción en que los bienes se reparten equitativamente (caso de la cerveza Izarra) son ejemplos mediante los cuales teoría y praxis se fusionan.

También en la forma en que se adoptan las decisiones colectivas Kukutza predica con el ejemplo y materializa alternativas. En unos tiempos en que los políticos profesionales de los grandes partidos -los catch all parties, que se dedican a «fabricar votos» del mismo modo que una empresa de coches fabrica automóviles- han devaluado absolutamente el término «política», las experiencias asamblearias, participativas y horizontales del gaztetxe suponen un soplo de aire fresco para la política real. Sin entrar ahora en el debate sobre la escala en las que estas dinámicas son o no factibles, pensamos que una mayor horizontalidad en la toma de decisiones colectivas pueden incidir hacia situaciones de mayor justicia social. Las sociedades patriarcales, el machismo, el sexismo, la homofobia, el racismo y otras lacras semejantes derivan de relaciones de poder abusivas de unas categorías humanas -socialmente construidas- sobre otras; la horizontalidad y la participación de todas y todos en la toma de decisiones quizás no es el remedio definitivo contra estas lacras, pero pensamos que sí ayuda a combatirlas.

Yqué decir de la cultura. Kukutza es sinónimo de cultura popular, de arte, de música, de expresividad. Una auténtica fábrica de creatividad, que además escapa a la lógica de mercado más agresiva (en unos tiempos neoliberales en que, según reflexionaba Bourdieu poco antes de morir en su obra «Contrafuegos», los procesos de autonomización de los campos culturales se encuentran cada vez más amenazados por la lógica comercial, que se cuela en todos los estadios de la producción cultural). Kukutza, recogiendo el testigo de multitud de creadores y creadoras que han cuestionado esta lógica, es la materialización de un espacio vivo donde la creatividad y la expresividad sirven de guía simbólica para sus miembros; donde la imaginación y el arte son guía de expresión, y no de negocio, para sus integrantes.

Por todo esto y mucho más, porque Kukutza es la demostración de que la alternativa existe y es factible, os animamos a sumaros a las movilizaciones y al grito proveniente de Errekalde, de Bilbo, de Euskal Herria, para que se extienda por el mundo entero: Kukutza Ikutu Bez!

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