GARA > Idatzia > Mundua

La guerra libia cumple cinco meses sin avances bélicos ni diplomáticos

A pesar de los anuncios triunfalistas, el frente este de libia sigue estancado en torno a Brega, a 800 kilómetros de Trípoli. Tampoco hay avances en el oeste, a pesar de las bombas de la OTAN. Y en los despachos, no se registran cambios, con Occidente volcado hacia unos débiles rebeldes y otras voces, como Rusia o la Unión Africana, exigiendo diálogo. Después de cinco meses de revuelta, la solución continúa lejos.

p017_f01_100x100.jpg

GARA |

«El grueso de las fuerzas de Muamar Gadafi se ha retirado a Ras Lanuf (localidad ubicada a 50 kilómetros al oeste)», aseguraba ayer en declaraciones a France Press Shamseddine Abdelmolah, un portavoz de los rebeldes libios. Según Abdelmolah, los insurgentes habrían tomado la zona oeste de Brega (a 800 kilómetros al este de Trípoli), que se mantenía bajo control lealista desde abril. Horas más tarde, otras fuentes rebeldes informaron a Efe de que lo que estaba en poder de sus tropas era el barrio Nueva Brega, una zona residencial del municipio en el que se registran combates desde hace cinco días. El Gobierno libio lo negó.

El relato sobre lo acontecido durante la última semana en torno a Brega sirve para explicar la lógica del frente libio tras cinco meses de insurrección y guerra civil. Los combates permanecen estancados tanto en el este (en torno a la localidad petrolífera), como en Misrata (donde los insurgentes apenas han avanzado 20 kilómetros) y en el oeste. Desde Bengasi, la capital rebelde, se lanzan mensajes triunfalistas sobre los avances en el terreno. Pero, habitualmente, esto no se corresponde con la realidad del campo de batalla. Y eso, teniendo en cuenta que la intervención aérea de la OTAN (que cumple cuatro meses) permite a los sublevados avanzar unas posiciones que no serían capaces de tomar en el caso de no contar con el apoyo extranejero.

Datos contradictorios

«Solo es cuestión de tiempo que los lealistas que quedan en Brega se rindan», indicaba Abdelmolah, que reconocía que entre 150 y 200 soldados fieles a Gadafi todavía permanecían en el interior de la ciudad petrolera. Otro portavoz, Mohammed Zawi, ampliaba este número hasta los 3.000 gadafistas. Independientemente del número real de uniformados que todavía permaneciesen dentro de Brega, lo que parece evidente es que los rebeldes se encontraban lejos de tomar la localidad a pesar de unos combates que dejaron un saldo de 15 muertos y 274 heridos sólo en el lado insurrecto.

En Misrata, al menos 23 rebeldes resultaron heridos durante la noche del domingo a 20 kilómetros de la ciudad portuaria, que fue asediada durante tres meses. Ahora, los combates se han estancado en las afueras. Una situación similar a la que se vive en el frente oeste, el último en estallar. Ayer, fuerzas lealistas bombardearon las posiciones rebeldes en Goualich y Bir Ayad, controlados por los rebeldes, quienes respondieron con fuego sobre Al-Assabaa, ciudad ubicada a 80 kilómetros de Trípoli y controlada por Gadafi.

Al margen de los combates registrados en los diferentes frentes del país entre rebeldes y leales a Gadafi, la OTAN volvió a bombardear ayer Trípoli, donde, según la alianza, fue destruido un radar.

En los despachos

No solo el frente bélico se mantiene estancado después de cinco meses de revuelta y guerra civil. Tampoco en los despachos se registran avances significativos que permitan visualizar una solución dialogada. El viernes, 40 estados reconocieron al Consejo Nacional de Transción (órgano que ejerce la autoridad en el bando rebelde) como «gobierno legítimo». Una posición que no ha gustado a los países que siempre se han mantenido críticos con la intervención. Como Rusia, que respondió ayer a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, quien consideró que «los que han declarado su reconocimiento han tomado plenamente partido por una de las dos fuerzas políticas en una guerra civil». Según el ministro ruso, este tipo de iniciativas no ayudan a una solución dialogada.

«Rusia rechaza el aislamiento como método para resolver los problemas y apoya la inclusión», insistió Lavrov, para quien las partes «deberían mostrar responsabilidad por la suerte del pueblo y el país y sentarse en la mesa de negociaciones» para «un diálogo muy centrado y concreto sobre las condiciones bajo las que se formarían estructuras de transición». Según el representante ruso, que se ha mostrado muy crítico con la intervención extranjera en Libia aunque no la vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU, estas estructuras «deberían preparan reformas, cambios legislativos y elecciones libres y democráticas». Además, Lavrov descartó que Rusia vaya a dar asilo al líder libio, Muamar Gadafi.

Precisamente, el futuro del líder libio fue una de las cuestiones que estuvo sobre la mesa en la reunión celebrada ayer en Johannesburgo entre el primer ministro sudafricano, Jacob Zuma, y su homólogo británico, David Cameron. Zuma reivindicó la validez de la iniciativa de paz lanzada por la Unión Africana, que fue avalada por Gadafi pero no por los rebeldes. «La UA ha adoptado una postura muy clara: la intervención militar no resuelve el problema. Es necesaria una intervención política», aseguró el líder sudafricano, que cree que la marcha del coronel debería ser resultado de un proceso político.

Sin embargo, Cameron aseveró que «ambos queremos un futuro para Libia que no incluya al coronel Gadafi». Una evidencia de que, tras cinco meses de guerra, las posturas, también las foráneas, siguen muy alejadas.

Un ex ministro culpa ahora a Gadafi de un atáque aéreo en 1989

Un ex ministro libio, Abdel Rahmane Chalgham, que desertó en el mes de marzo, acusa ahora a su país de estar detrás del atentado sufrido por un avión de la compañía francesa UTA en 1989. El ex ministro de Exteriores, que antes de huir ejercía como respresentante en la ONU, aseguró en el diario «Al-Hayat» que «los servicios secretos libios son quienes hicieron expliotar el avión. Pensaban que uno de los dirigentes de la oposición, Mohammad al-Megrief, se econtraba a bordo, pero no estaba ahí». El 19 de setiembre de 1989, un DC10 de UTA que efectuaba el trayecto Brazzaville (Congo)-París vía N'Djamena (capital de Chad) se estrelló en Níger, provocando la muerte de 170 pasajeros y miembros del pasaje, de los que 54 eran originarios del Estado francés. En 2009, un tribunal francés condenó a cadena perpetua a seis agentes libios, aunque este país nunca aceptó su responsabilidad. Sin embargo, cuatro años antes, Trípoli aceptó donar 170 millones de dólares a las familias de las víctimas en concepto de compensación, tal y como hizo con las familias de los fallecidos en el atentado de Lockerville. GARA

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo