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TRAS LAS MATANZAS DE OSLO Y UTOYA

«Más democracia», respuesta del primer ministro noruego al ataque

La masacre perpetrada por un ultraderechista islamófobo en Noruega no desencadenará una dinámica securócrata en un país en el que los políticos van sin escolta y la Policía no lleva armas. En una declaración de intenciones muy relevante, el primer ministro, Jens Stoltenberg, afirmó ayer que su respuesta será «más democracia». El detenido ha contado con abogado de confianza desde el primer momento y pasará hoy mismo a disposición judicial.

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Ramón SOLA |

Desde la perspectiva de un lugar con un ratio policial tan alto como Euskal Herria, resulta realmente difícil entender cómo el autor de la matanza noruega pudo no sólo escapar del «radar» policial pese a sus reiterados posicionamientos ultras, racistas y violentos, sino además perpetrar una masacre consecutiva en dos escenarios distintos y acabar detenido sin ser abatido ni herido.

Todo ello define las peculiaridades de un país como Noruega, que desde hace años es modelo de gestión democrática y ejerce liderazgo en la búsqueda de resolución de conflictos en todo el mundo, lo que incluye una notable participación en el anterior proceso de negociación entre ETA y el Gobierno español, entre 2005 y 2007.

Así, llaman la atención datos como que no había presencia policial en la isla de Utoya pese a que allí se encontraban reunidos cientos de jóvenes de una formación política. La Policía noruega indicó ayer que había un agente, pero que no se encontraba en el área en el momento en que irrumpió Anders Behring Breivik.

Los jóvenes supervivientes han señalado que su primera sorpresa fue comprobar que Breivik, disfrazado de policía, llevaba un arma, porque habitualmente los cuerpos policiales no la usan. Y al hilo de esta masacre se ha destacado también que los políticos noruegos no utilizan escoltas. El propio primer ministro, Jen Stoltenberg, ha destacado que eso les permite tener mayor cercanía con su pueblo.

Transparencia y humanidad

Así las cosas, era previsible que aflorara un debate social sobre si Noruega necesita más policía. Y por eso resultó muy significativa la afirmación hecha ayer por Stoltenberg: «En medio de estos trágicos sucesos, estoy orgulloso de vivir en un país que ha permanecido firme en un momento crítico. Estoy profundamente impresionado por toda la dignidad y la compasión que he presenciado. Somos una pequeña nación, pero un pueblo orgulloso.

Nunca abandonaremos nuestros valores. Nuestro respuesta es: más democracia, más transparencia, y más humanidad. Pero nunca ingenuidad», matizó.

Estos valores incluyen un respeto escrupuloso a los derechos del detenido, aunque sea alguien como Anders Behring Breivik. Ha podido contar con abogado de confianza desde el primer momento (un letrado especializado en defender a ultraderechistas), que ha explicado ante las televisiones que su defendido asume la masacre pero «la considera necesaria».

Breivik será puesto a disposición judicial hoy mismo, ya que el plazo tope para ser interrogado en dependencias policiales asciende a tres días. Y según destacan medios internacionales, la condena máxima con la legislación actual en la mano sería de 21 años de cárcel.

Por su parte, la Policía investiga –mantiene acordonada Utoya y la registra palmo a palmo– sin filtraciones interesadas.

Pese a la inmensa consternación provocada, ni desde los medios noruegos ni desde la sociedad han aparecido llamamientos a la represión o la venganza; por contra, la respuesta serena del primer ministro ha sido elogiada unánimemente. Por cierto, hasta el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció este hecho en un telegrama enviado ayer a su colega noruego.

Todavía tenía muchas armas

Según se supo ayer, la Policía noruega tardó veinte minutos en reducir a Breivik, quien todavía disponía de gran cantidad de munición.

La operación comenzó a las 18.09 horas, momento en el que las fuerzas especiales hicieron acto de presencia en la isla. Y el sospechoso fue detenido a las 18.27, según las autoridades.

El portavoz policial, Sveinung Sponheim , explicó que las fuerzas del orden tuvieron que llegar en coche a la isla al no disponer de un helicóptero.

Tras analizarse todos los datos, se da ya por prácticamente seguro que Breivik actuó solo, y que la acción había sido planificada de manera absolutamente meticulosa. «Durante años», según se apunta.

Poco se sabe de la investigación. De hecho, hasta ayer no hubo constancia de que equipos de la Policía Forense noruega habían registrado una pequeña granja alquilada por Breivik. Está ubicada en la localidad de Aasta, en medio de un bosque de pinos a unos 160 kilómetros al norte de la capital.

A mediodía se produjo también una operación en las afueras de Oslo, relacionada al parecer con el suministro de explo- sivos a Breivik. En principio se habló de la opción de seis detenidos, pero luego todos ellos quedaron libres.

Mientras, Oslo se ha llenado de muestras de recuerdo a los fallecidos, con flores y velas en muchas esquinas.
Usó balas «dum-dum» para causar el mayor daño

Breivik usó un tipo de munición especial, prohibida en las guerras, para causar la mayor matanza posible en su ataque al campamento juvenil, según indicó anoche un médico que ha atendido a las víctimas. El cirujano jefe del hospital Ringerike, Colin Poole, reveló que empleó las denominadas «dum-dum», que tienen los extremos (la punta y el culote) huecos para que el núcleo se fragmente en el impacto. «Explotaban dentro del cuerpo de las víctimas. Las heridas internas que tenían eran absolutamente terribles», explicó Poole, que dijo no haber visto algo así en 26 años de experiencia. Un dato más que confirma que la matanza se preparó minuciosamente. GARA

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