Uruguay es el rey futbolístico del continente americano. Su decimoquinto título en la Copa América le permite dejar atrás a Argentina, el gran fracaso de esta edición organizada precisamente por los albicelestes. Siempre tirando de corazón y pundonor, una combinación que no ha estado exenta de calidad, volvieron a demostrar que sus escasos tres millones y medio de habitantes -una población similar a la de Euskal Herria- no son obstáculo alguno para estar en la élite. Este trofeo y su cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica demuestran que los de Tabárez se encuentran en un momento mágico.

Y sin que sirva de precedente, el fútbol fue justo en la final. Paraguay llegaba a la última cita sin haber ganado ni un sólo encuentro, mientras que Uruguay había sido el combinado que mejores sensaciones había destilado, sobre todo en el tramo trascendental del torneo. La diferencia entre ambas escuadras era abismal y se reflejó sobre el césped.

Luis Suárez, que formó una dupla mortal con Forlán -igualó como máximo goleador con su selección-, fue quien se encargó de desmantelar con sus primeras correrías la tela de araña defensiva tejida por un Gerardo Martino que tuvo que ver el choque desde la grada. La trascendencia del envite hacía que a los paraguayos les temblasen las canillas y Justo Villar -evitó una goleada- tuvo que ofrecer su mejor versión en apenas un minuto cuando protagonizó un paradón a cabezazo de Lugano, que luego Ortigoza sacó con el brazo en un claro penalti y lo que habría sido su expulsión.

A Uruguay ni eso le hacía falta. Consciente de que, insistiendo en la misma línea, el título era suyo, los celestes aceleraron su dominio hasta que el atacante del Liverpool se encontró una pelota dentro del área para demostrar sus quilates con ambas piernas y subir el 1-0.

Si Paraguay ya parecía derrotado sin apenas rodar el cuero, la diana de Luis Suárez terminó por fundir la conservadora estrategia guaraní a las primeras de cambio y traer consigo una fase marcada por el juego brusco en una mutua contienda por demostrar quién era más duro.

Forlán finiquita

Periodo que la pólvora ofensiva charrúa volvió a dinamitar con varias ocasiones consecutivas del omnipresente Suárez y Diego Forlán, hasta que el colchonero fusiló a Villar en la enésima pérdida de balón paraguaya en las inmediaciones de su propia área.

La segunda diana uruguaya al borde del descanso dejó petrificado al rival, hasta el punto de que su técnico tardó un mundo en reaccionar para tratar de volver a meterse en el partido, algo que a punto estuvo de conseguir Valdez, pero Muslera -uno de los metas sobresalientes- lo evitó desviando al larguero.

Volcado pero sin generar peligro, Paraguay se la jugaba en una posible contra de su contrincante que, como era previsible, acabó llegando y de manera mortal. Forlán la culminó a falta de un minuto para el final. Uruguay ya no tiene que acordarse de que su último triunfo continental fue en 1995.