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Anjel Ordóñez Periodista

La crisis de la deuda y el bono que la parió

Consciente de que es jugar fuera de casa, me propongo comprender por qué me amenaza a mí y a todos mis compañeros la crisis de la deuda. Cada día nos desayunamos con la prima de riesgo y la cotización del bono. Vamos a ver. Todo esto tiene que ver con el endeudamiento del Estado. Del español. Es decir, los ministros necesitan dinero para ministrear (hacer presas, arreglar carreteras, comprar coches oficiales, pagar a los funcionarios, a los escoltas...) y como al parecer no tienen bastante, juegan a ser banqueros: emiten deuda pública. Letras, bonos, obligaciones... tú le dejas pasta y el Estado te la devuelve con intereses al cabo de un tiempo. En realidad, esa deuda no la compras tú, ni yo, sino los bancos, que son los que realmente manejan pasta. La pasta que nosotros les dejamos, por no guardarla debajo del colchón, que un día te meas de risa y es dinero sucio. Negro.

Creo que estoy divagando. Recapitulemos. La madre del cordero es el interés que paga el Estado a quien le presta el dinero -ya digo, los bancos y otras ingenierías financieras- en el mercado. Ya salió la palabra. Si el mercado se fía del Estado y de que devolverá lo que le ha fiado, no hay problema. Si no se fía demasiado o se fía más de otros (de los alemanes, que al parecer son muy serios), tiene que untarlo bien untado. Es decir, pagar más intereses. La prima de Riesgo. Viene a ser como el asunto de Cofidis, que un día le pides unos euros para una televisión de plasma de 300 pulgadas y sin darte cuenta te despiertas en los soportales de la Iglesia si el párroco se enrolla (que no suele). Ya tenemos aquí la crisis de la deuda.

Sigo. Se quejan los bancos de que padecen mucho con toda esta merienda. Que les causa estrés. Pero no sientan lástima, pronto se les pasa: nos suben el precio de los créditos, las hipotecas... y santas pascuas. Para variar, al final las que realmente sufren, pero no de estrés, sino de arterioesclerosis múltiple, son las economías familiares. Luego, que si se retrae el consumo, la demanda, la producción, la inversión, los ingresos por impuestos, los presupuestos del Estado... y vuelta a empezar. Ya sabía yo que jugaba en campo ajeno.

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