El posible y previsible adelanto electoral se ha convertido en una bola informativa de un verano ya de por sí bien cargado con noticias de impacto. Se han sumado a las de la crisis económica, la tragedia de Noruega o la corrupción, sea en Valencia o en Araba. Iñigo Urkullu echó esa pelota a rodar cuando planteó que el adelanto electoral dependía de un hipotético comunicado final de ETA y, ahora, ya no hay quien la pare.

Ayer, «El Mundo» se despachaba a gusto sobre el tema. La crónica de Ángeles Escrivá tiraba del chicle de Urkullu y repetía la ecuación: comunicado definitivo igual a elecciones en marzo. Pero el comentario de Santiago González iba más allá, al atribuir directamente a ETA el control del calendario y los tiempos. Empieza fuerte y repite la tesis de Urkullu: «El presidente espera un comunicado de ETA que se pueda entender como definitivo y lo espera antes de septiembre para decidir si debe apurar la legislatura hasta marzo, con el fin de darse tiempo para hacer visible que el fin de ETA se ha producido durante su mandato». Ellos sabrán con qué datos cuentan, pero a mi me da que ya estamos a vueltas, otra vez, con los comunicados milagrosos y las espectativas sobreactuadas.

Para González, la hipótesis supondría «el tanto de la honrilla» para Zapatero. Y afirma que «para la sentimentalidad presidencial sería una victoria póstuma la reivindicación de que no me equivoqué en el proceso de 2006». Servidora cree que sería algo más que la honrilla y bastante más que una victoria póstuma. Vería colmado su interés supremo -el fin de ETA- y podría vestir la mona de cara al público español. Parece un caramelo al que nadie, ni Zapatero ni los otros, hace ascos.

Sigue preparando su remate final: «No se puede banalizar el hecho de que no maten; es bastante mejor que la opción alternativa. Pero nuestros terroris- tas no son psicóticos que maten por vicio, sino totalitarios que matan en busca del poder. Nunca han tenido tanto como ahora». Sin decir da a entender, hace la amalgama y mezcla Noruega con Bildu, para terminar con una ridiculez de antología: «Hay algo muy turbador en todo esto. ¿Es posible que el calendario de la legislatura no lo tenga el astuto Erkoreka, sino la dirección de ETA?» Con este tema, como en las películas: to be continued.