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el autor de la matanza en noruega, a prisión

Breivik asume el atentado «para salvar a Europa del marxismo y el islam»

Mientras decenas de miles de noruegos recordaron a las víctimas del doble atentado, cuya cifra de fallecidos la policía rebajó de 93 a 76, el ultraderechista Anders Behring Breivik reconoció ayer ser el autor aunque se declaró «no culpable». Breivik consideró los ataques un intento de «salvar a Europa del marxismo» y un«castigo a la socialdemocracia» por traicionar al país «importando» musulmanes. Añadió que trabajó en cooperación «con otras dos células».

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En su primera comparecencia ante el juez instructor Kim Heger, el ultraderechista Anders Behring Breivik, de 32 años, asumió la autoría del doble atentado que ha provocado la muerte de 72 personas en Noruega, pero se declaró «no culpable» y además aseguró que trabajó en cooperación con «dos células».

La declaración en el juzgado de distrito de Oslo se realizó a puerta cerrada pese a la petición del acusado de que se permitiese la entrada de los medios para poder difundir su ideología. Tampoco se le autorizó a llevar uniforme, como había pedido.

«El detenido aseguró que necesitaba perpetrar estos atentados para salvar Noruega y Europa occidental de los musulmanes y del marxismo cultural», relató posteriormente Heger ante la prensa.

Sus dos ataques ses dirigieron contra el partido en el poder: en primer lugar un atentado contra la sede del gobierno y luego un tiroteo sobre los jóvenes laboristas. Con este último dijo querer «extinguir la afiliación» del partido del primer ministro, Jens Stoltenberg, precisó el juez.

El arrestado, que se mostró dispuesto a pasar en la cárcel el resto de su vida, recalcó que no actuó sólo y que su organización tiene «otras dos células», un extremo que la policía no ha podido confirmar pero que no descarta.

Breivik, que será procesado por actos terroristas, agregó que matando a los miembros de las juventudes socialdemócratas en la isla de Utoya, buscaba «limitar» las opciones futuras del Partido Laboral (PA) y mandar una «señal fuerte» que «no pueda ser malinterpretada».

El fiscal Christian Hatlo indicó que el arrestado se mostró tranquilo en todo momento, «totalmente impasible ante lo que ha sucedido» y que preguntó por qué no se había permitido el acceso a los periodistas. Tras tomarle testimonio, el juez dictó prisión provisional en completo aislamiento -sin recibir cartas, visitas o conceder entrevistas- hasta el 22 de agosto, y al menos otras cuatro semanas de prisión preventiva normal, hasta el 26 de setiembre, aunque ésta podría prorrogarse.

Críticas a la policía

Mientras tanto, siguen arreciando las críticas a la policía por la gestión de la crisis, que tachan de descoordinada, un asunto que las fuerzas de seguridad niegan, pese a haber anunciado la puesta en marcha de una investigación interna.

El propio director de la Policía, Oystein Maeland, argumentó en una rueda de prensa que «el viernes había confusión en Utoya» y que «quizá» por eso algunos cuerpos fueron contados más de una vez.

No obstante, justificó la difusión de aquel balance con más de 80 fallecidos en la isla, porque los medios estaban publicando unas cifras muy inferiores. «Sentimos que los números hayan sido un poco más elevados», apostilló Maeland.

Otro responsable de la policía reiteró que los agentes «llegaron a la isla tan rápido como pudieron» y trató de restar importancia a la polémica sobre la decisión de las fuerzas de seguridad de acercarse a la isla por tierra y mar en lugar de recurrir a un helicóptero.

Según las últimas reconstrucciones de los hechos, Breivik dispuso de alrededor de una hora para tirotear indiscriminadamente a los participantes del campamento de las juventudes socialdemócratas, que se saldó con la muerte de 68 personas, en su mayoría menores de 20 años, antes de que la policía le redujese. El mismo día que Breivik declaraba ante el juez, más de 150.000 personas participaron en la denominada «Marcha de las rosas» en Oslo y otras ciudades noruegas para rendir homenaje a las 76 víctimas mortales del doble atentado.

Flores y antorchas

En Oslo, los ciudadanos desfilaron con flores y antorchas por el centro de la capital, cerca de donde explotó el coche bomba, encabezados por el príncipe heredero Haakon y el primer ministro noruego, el laborista Jens Stoltenberg. En el cierre de la concentración, Stoltenberg instó a los ciudadanos a mantener su carácter tolerante y democrático, y destacó que «el mal puede matar a una persona», pero que nunca podrá «apoderarse de todo un pueblo».

Agregó que la respuesta de Noruega a los atentados debe ser «más apertura, más democracia», lo que arrancó un sentido aplauso de la multitud congregada en la plaza del ayuntamiento.

Por su parte, el líder de las juventudes socialdemócratas, Eskil Pedersen, visiblemente emocionado, aseguró que los ataques «han cambiado para siempre» a Noruega, pero que está en las manos del pueblo decidir cómo va a ser esa transformación.

Para culminar la marcha, los participantes, con sus rosas en alto, entonaron en alto la canción noruega «Ja, vi elsker», que significa «Sí, nosotros amamos». La gran mayoría de los participantes se desplazaron hasta la catedral para depositar a la entrada sus rosas, como se lleva haciendo espontáneamente desde la mañana del sábado.

Por otro lado, el padre de Anders Behring Breivik, desde su casa de Cournanel (Estado francés) afirmó, en una entrevista en el canal TV2 que su hijo, con quien no tiene contacto hace quince años, debería haberse suicidado antes de matar a otras personas.

Cuando el periodista señala que su comentario es muy fuerte, responde: «Sí, lo es. Pero cuando miro hacia atrás y veo lo que pasó, estoy desesperado. Sigo sin entender cómo algo así podría ocurrir. Una persona normal no puede hacer eso».

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