comentario I el autor de la matanza en noruega, a prisión
Noruega en el espejo
Defender un modelo de sociedad que ellos consideran adecuado. Esta es en mi opinión la segunda característica principal de la reacción del pueblo noruego
Gorka ELEJABARRIETA I Miembro de www.basquepeaceprocess.info
El viernes por la noche, pocas horas después del ataque en el campamento de las juventudes socialdemócratas y cuando existía todavía mucha incertidumbre sobre lo realmente ocurrido, el Primer Ministro noruego, Jens Stoltenberg, concluía una rueda de prensa declarando que «nunca debemos dejar nuestros valores de lado. Debemos mostrar que nuestra sociedad libre es capaz de pasar este test también. Que la respuesta a la violencia es todavía más democracia. Todavía mayor humanidad. Pero nunca ingenuidad. Eso es algo que debemos a las víctimas y a sus familias».
Si comparamos esta reacción y actitud a la del gobierno de Aznar tras los atentados del 11 de Marzo del 2004 o a la de Bush tras los del 11 de Setiembre 2001 resulta evidente que nos encontramos ante un político de otra categoría y valores.
He tenido la suerte de visitar Oslo numerosas veces en los últimos años. Puedo presumir de tener allí muchos amigos y conocidos. En cuanto tuve noticia de la explosión de la bomba me puse en contacto con algunos de ellos, y a lo largo del fin de semana he hablado con unos cuantos. Tengo que decir que su reacción me ha sorprendido gratamente.
La sociedad noruega está más acostumbrada a dar solidaridad que a que se solidaricen con ellos. Los noruegos hicieron importantes campañas contra la guerra de Vietnam, el apartheid, han promovido movimientos de solidaridad en favor de Palestina, Euskal Herria, Filipinas, Kurdistán etc. Se muestran un poco abrumados ante tanta muestra de solidaridad.
Los ataques causaron un estado de shock general entre la población, de desconcierto y miedo. Pero los noruegos están respondiendo a lo acaecido de manera solidaria y unida. Por lo que he sabido la gente se está juntando en diferentes lugares públicos para rendir tributo a las victimas y desconocidos se abrazan por las calles. Los noruegos no quieren nuevas medidas de seguridad más estrictas, ni como consecuencia mayor distancia con la clase política. Se percibe apología y defensa de la democracia noruega y de sus valores y tipo de sociedad. La percepción de muchos es que esto ha sido un ataque contra el pueblo y nación noruegos, y que como consecuencia tienen la necesidad de responder unidos contra la intolerancia y odio. Activistas de partidos políticos de diferentes ideologías me han trasmitido su acuerdo total con las palabras y gestión del primer ministro.
Unión ante la adversidad. Esa está siendo la característica fundamental de la respuesta del pueblo noruego ante estos tristes hechos. Defender un modelo de sociedad que ellos consideran adecuado. Esta es en mi opinión la segunda característica principal de esta reacción. Aslak Sira Myhre, antiguo líder del partido de izquierdas RV, y director de la casa de la Literatura en Oslo, explica en un articulo publicado en el diario británico «The Guardian» que tras la guerra mundial la violencia «política» en Noruega es un patrimonio exclusivo de la extrema derecha, y tras manifestar sentirse orgulloso de las declaraciones del primer ministro añade que «hay que utilizar este incidente para golpear con fuerza a la intolerancia, odio y racismo que están creciendo no solo en Noruega, ni tan siquiera solo en Escandinavia, sino a lo largo de toda Europa».
Hechos de estas características han generado cambios importantes en otros lugares, han marcado un antes y un después en muchos países, y generalmente la primera consecuencia ha supuesto una restricción importante de libertades civiles y democráticas.
Políticas de inmigración más duras, crecimiento de racismo e intolerancia. Un endurecimiento de las políticas de «seguridad» y una política exterior más beligerante.
Es pronto para anticipar las consecuencias que estos ataques van a tener en la sociedad noruega, pero si hacemos caso de lo hasta ahora declarado por sus dirigentes políticos así como de lo percibido entre su gente, no parece que en esta ocasión los cambios vayan a ir en la misma dirección. En todo caso sería un error.