El PP ha presentado un documento que recoge 24 proyectos que en opinión de ese partido son «cruciales» para el país. Su objetivo es alcanzar un acuerdo con el PSE y el PNV para blindarlos ante la potente irrupción institucional de Bildu, coalición que a su juicio «se niega al desarrollo, al futuro y a la modernidad». Entre los proyectos que creen necesario salvaguardar están el Tren de Alta Velocidad, el puerto exterior de Pasaia y la fusión de las cajas en los términos en los que está proyectada en este momento. Está por ver el eco que tiene el emplazamiento, aunque el Ejecutivo de Lakua, que se sostiene con los votos del PP, ha dicho que lo estudiará con interés.

Lo primero que llama la atención en comparecencias como la que ayer protagonizó Basagoiti es la facilidad con la que algunas formaciones etiquetan como «estratégicos» determinados proyectos, que no solo no han sido sometidos a la opinión de la ciudadanía, sino que han encontrado además una importante oposición social. El dirigente del PP debería recordar, en este sentido, que precisamente en las localidades y comarcas más afectadas por algunos de los planes que su partido cita en ese documento Bildu obtuvo en las pasadas elecciones una abrumadora mayoría, lo que por simple lógica democrática debería hacerle reflexionar.

No parece, sin embargo, que tal reflexión se vaya a producir en un partido que, por su parte, se está caracterizando por poner todos los obstáculos posibles al único proyecto que verdaderamente y de forma nítida es percibido como crucial por la sociedad vasca, como es alcanzar la normalización política y la paz. El PP, con una actitud que puede calificarse de saboteadora del proceso abierto en Euskal Herria, con una visión de la política que no va más allá de la represión, y amenazando con promover nuevas ilegalizaciones si se hace con las riendas del Gobierno español, pone en riesgo el verdadero «proyecto estratégico» de este país y actúa contra el sentir mayoritario de sus ciudadanos.