La Warner ha echado la casa por la ventana con «Linterna Verde», a fin de crear otra franquicia con las aventuras de un superhéroe procedente del cómic. Y es que está obligada a tirar del catálogo de la editorial DC, que no tiene tantos personajes conocidos como la Marvel, su principal rival. De momento tienen su mayor caudal en las adaptaciones de Batman, pero necesitan de la recuperación complementaria de Superman, máxime al no conseguir elevar a Linterna Verde a la primera división de los superhéroes.

El público joven no ha respondido en los Estados Unidos como se esperaba, por lo que los comentarios desfavorables en internet, junto con las malas críticas, han hecho que la recaudación del primer fin de semana no se haya mantenido lo suficiente. Las cuentas no salen, puesto que había que recuperar los casi trescientos millones de dólares invertidos. El presupuesto inicial para el rodaje y la postproducción era de 150 millones, a los que hubo que añadir otros casi diez para acabar los efectos especiales a tiempo. Luego, en la promoción, se han ido más de cien millones, así que la cantidad total resulta desproporcionada para la película de presentación de un superhéroe que no tiene un tirón como para justificar semejante despilfarro.

Si los ejecutivos de Warner decidieron poner tanto dinero en manos de Martin Campbell se debe a que dentro de la saga Bond ha conseguido resultados espectaculares y una innegable rentabilidad. Sin embargo, nunca antes había hecho nada cercano a la ciencia-ficción, siendo lo más cercano al género «Escape de Absolom», que casualmente está considerada como su peor realización. Y hay que tener en cuenta que las aventuras de Linterna Verde transcurren en buena parte en el espacio exterior, al igual que sucede con «Thor», recientemente estrenada por la competencia con mayor éxito de crítica y de público.

Uno de los puntos flojos de la película consiste en el protagonismo de Ryan Reynolds, actor carente de carisma, cuyo único mérito hasta la fecha ha sido permanecer encerrado en el ataúd de «Buried». Encima, su química con la actriz Blake Lively es nula, por lo que la suerte del reparto queda en manos de los secundarios, muchos de ellos relegados a mera labor de doblaje, como es el caso de Geoffrey Rush o Michael Clarke Duncan. El diseño artístico es otro factor que suma en contra, siendo comparado con el de aquel ochentero «Flash Gordon».