Usain Bolt es desde hace tres años el hombre más rápido del planeta, salvo en Estocolmo, donde el Relámpago tratará hoy de superar una extraña maldición en su distancia favorita, los 200 metros, en su última carrera antes del Mundial de Daegu.

La vuelta del jamaicano a la capital sueca, un año después de haber perdido allí ante Tyson Gay, ya era considerada una sorpresa, pero el guión de la decimoprimera reunión de la Liga de Diamante incluía otro regalo, la vuelta del estadounidense LaShawn Merritt, anunciada con más discreción.

Después de 21 meses de suspensión por tres controles positivos por un esteroide -por un producto para alargar el pene, según la versión de su abogado-, el campeón olímpico y mundial de 400 está autorizado a correr desde el miércoles.

Aunque el director de la reunión sueca, Rajne Soderberg, es conocido por vetar a atletas que sean sospechosos de dopaje, Merritt reaparecerá salvo novedad de última hora en el recinto de los Juegos Olímpicos de 2012.

Merritt, cuya ausencia había dejado un hueco difícil de cubrir, dará así una idea de sus posibilidades de cara a la gran cita de Daegu, en Corea del Sur (27 agosto-4 setiembre), donde aspira a defender su título.

Pero más allá de ese regreso, todas las miradas estarán puestas en Bolt, que no tiene buenos recuerdos de Estocolmo: las dos únicas derrotas que ha sufrido en los tres últimos años han sido allí, en ambos casos en los 100 metros, en 2008 ante su compatriota Asafa Powell y el pasado año frente a Gay.

Ni uno ni otro estarán hoy. Seguirá imbatido, es improbable que Alonso Edward o Jaysuma Saidy Ndure logren la hazaña.