TXISKO FERNÁNDEZ | Periodista
ZP en La Moncloa, del 11-M al 20-N
Es posible que, cuando revalidó su cargo de jefe de Gobierno en 2008, Zapatero soñara con convocar las próximas elecciones al Parlamento español un 11 de marzo. De agotar la legislatura, podía haberlo hecho, porque el próximo año esa fecha cae en jornada dominical. Pero confirmado el adelanto electoral, el 11-M ya sólo forma parte del pasado de ZP.
No obstante, es un pasado muy relevante en su trayectoria política. Tanto que parecería indisociable profundizar en el contexto de aquellos trágicos hechos, registrados en vísperas de las elecciones de 2004, a la hora de hacer el más ligero repaso a su estancia en La Moncloa. Por eso, al repasar ayer la prensa española, me sorprendió enormemente que los atentados del 11-M -los hechos y sus consecuencias- no aparecieran destacados en los balances periodísticos, más cuando muchos de éstos estaban ya preparados porque hacía tiempo que se apostaba por una convocatoria electoral anticipada.
Se podrá alegar que la actualidad manda, que es más noticioso hablar del preocupante futuro de la economía española que de los atentados más graves registrados en la historia reciente de Europa, con cerca de doscientas víctimas mortales. Pero yo detecto cierto tufo a desmemoria interesada, el mismo hedor de forzada amnesia que destilaban amplios sectores políticos españoles tras aquel 20 de noviembre de 1975 instando al olvido en pro de una «transición pacífica».
No puedo creer que, transcurridos menos de ocho años, se haya olvidado el terremoto social y político que provocó aquel 11-M en el que, desde La Moncloa, José María Aznar dirigió sus últimas andanadas de prócer iluminado contra Euskal Herria; cuando, desde Ajuria Enea, Juan José Ibarretxe se apuntó a la cacería de alimañas a la que, de creernos su versión, le incitaron con malas artes; cuando, tras asomar las primeras evidencias de aquella gran mentira, miles de personas indignadas -¿a que esto ya les suena mucho más actual?- salieron a la calle, incluso el día de reflexión, para reclamar la verdad.
Tres días después, Zapatero ganaba las elecciones; Rajoy las perdía. El PP no se resignó y, paradojas de la vida política, acusó a Rubalcaba de haber fraguado un pucherazo al azuzar a su favor la indignación ciudadana surgida tras el 11-M.