Elecciones y mercados no forman una ecuación
Josu JUARISTI
La convocatoria de elecciones legislativas anticipadas se convirtió el viernes en la noticia del día en el Estado español, y tuvo una cierta repercusión en la Unión Europea. Sin embargo, tras la mera descripción de la noticia, los principales foros de información comunitaria vinieron a constatar que, en realidad, los comicios son un asunto interno para ver quién ostenta el poder durante los próximos cuatro años y que lo que importa es cómo evolucionará la economía española y, sobre todo y ahora, si esa convocatoria de comicios adelantados, si los comicios en sí mismos, impresionarán a los mercados. La respuesta, unánime en esos foros, es que no.
Los mercados ya han demostrado en los últimos 18 meses, con Grecia, Irlanda y, sobre todo, con Portugal, que hay acontecimientos, como las elecciones, que tienen un impacto de muy poco recorrido en los mercados. Es decir, que unos comicios no van a calmarlos.
En cualquier caso, Zapatero no ha sorprendido a nadie, tampoco en Europa, y hay quien piensa que la querencia por Rajoy en los sondeos ha tocado techo y que esa tendencia puede ir orientándose, a nivel comunitario, hacia gobiernos de otro signo que el mayoritariamente conservador que abruma tanto en los gobiernos de la Unión como en su Parlamento. Otra cosa será que España llegue tarde y mal a cualquier tendencia. Y habrá que ver, finalmente, si la indignación popular que sacude no sólo el Estado español se concreta en ejecutivos de otro signo en las próximas citas electorales que tengan lugar en la UE. Si se confirma la victoria del PP, la Unión pasará a ser prácticamente coto cerrado de la derecha.
Queda también por ver, por último, si lo sucedido en Oslo y Utoya tiene consecuencias colaterales en el entorno europeo. El peligro de que un objeto político cada vez menos identificado como es la Unión Europea, lastrado por lo que la derecha y la socialdemocracia han hecho con los pocos logros sociales que quedan, se convierta en una especie de Tea Party global es hoy más real, e inquietante, que nunca.