La Fox ha esperado diez años para que el fallido remake de «El planeta de los simios» realizado por Tim Burton quede en el olvido, una vez aprendida la lección de que a menudo la política de autor no casa con el tratamiento casi anónimo que debe tener un tema conocido, siendo preferible que quien se coloca detrás de las cámaras sacrifique su ego en favor del interés predominante de la historia. Ahora han optado por volver a empezar desde el principio, rehaciendo la vieja saga basada en la novela distópica de Pierre Boulle, según los cánones de la adaptación artesanal.

Un libro que en su día fue exprimido al máximo, ya que el ciclo cinematográfico iniciado en 1968 por Franklin J. Schaffner conoció un total de cinco entregas, la última de ellas realizada en 1973. Al año siguiente se hizo una serie televisiva, más que nada para aprovechar los decorados y los trajes. En el 75 le tocó el turno a la serie animada, con la que se dio por terminada aquella etapa inicial.

El factor nostálgico juega a su favor, ya que la memoria cinéfila tiende a asociar el conjunto con la primera película, que ha quedado como pieza de culto dentro de la ciencia-ficción, gracias a secuencias antológicas como la del hallazgo en la playa de la Estatua de la Libertad semihundida. Pero el elemento que le sirvió de nexo común fue la presencia interpretativa de Roddy McDowall, tanto en la gran pantalla como en la pequeña. También son muy apreciadas por los coleccionistas las respectivas bandas sonoras, siendo Lalo Schiffrin quien se encargó de la sintonía televisiva y Jerry Goldsmith de la fílmica.

Algo nuevo, algo prestado

La Fox encargó al prestigioso guionista Scott Frank que escribiera una precuela de «El planeta de los simios», mediante la cual reabrir la franquicia. A los ejecutivos del estudio no les gustó el tono deprimente y oscuro del relato, por lo que exigieron unos cuantos cambios con los que ni Scott Frank ni el productor Scott Rudin estuvieron de acuerdo. Para sustituirle contrataron a la exitosa pareja de guionistas formada por Rick Jaffa y Amanda Silver, los cuales respetaron el trabajo previo en lo esencial. La idea no es nueva, puesto que fue utilizada originalmente en 1972 por J. Lee Thompson en «La rebelión de los simios», cuarta de las cinco entregas de la vieja saga. Lo mismo que entonces, traslada la acción del futuro al presente, a fin de explicar cómo los primates se enfrentaron a los humanos y tomaron el control de la tierra. Era una forma de respuesta simbólica a la teoría de la evolución, llevada a su extremo dentro de una lucha social.

La nueva saga ha encontrado a su actor talismán en Andy Serkis, que ha trabajado sobre la expresión facial del mono protagonista mediante la técnica de captura de movimiento. Supera así a su antecesor Roddy McDowall, obligado a someterse a duras sesiones de maquillaje para ocultar su fisonomía bajo un asfixiante traje de látex. La era del disfraz simiesco queda definitivamente atrás, y lo que se impone es una imagen realista de los primates, con el sutil matiz de un asomo de inteligencia en sus comportamientos. El líder Caesar guía al resto de sus congéneres en una revuelta por las calles de San Francisco de dimensiones espectaculares.