El presidente sirio, Bashar Al-Assad, anunció ayer un decreto que permite el multipartidismo pocas horas después de que el Consejo de Seguridad de la ONU condenase la represión que lleva a cabo contra los opositores. Sin embargo, al mismo tiempo que aprueba medidas aperturistas, Damasco continúa con su guerra contra las ciudades rebeldes. Al menos 30 personas murieron el miércoles en Hama, el municipio que capitaliza las protestas.
La señal enviada por la Unión Africana, que ha aplazado dos semanas la cumbre para recaudar fondos de emergencia y consensuar una respuesta conjunta a la crisis humanitaria en el Cuerno de África, no es muy alentadora cuando el estado de hambruna se extiende.
Tras la dimisión de los más altos mandos militares del país la semana pasada y con el nombramiento ayer de Necdet Ozel como nuevo jefe del Estado Mayor, el Gobierno del islamista moderado AKP ha ganado otra partida al Ejército al recomponer la cúpula militar.
Decenas de personas podrían haber fallecido de hambre y sed en un barco que viajaba a la deriva desde el miércoles con 300 inmigrantes procedentes de Libia que intentaban llegar a la isla italiana de Lampedusa.
