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Entre Dogville y Utoya
Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Lars Von Trier quiere ser el perejil de todas las salsas, por lo que no ha dejado escapar la oportunidad de convertirse en parte de la noticia del momento, ahora que el mundo entero mira hacia Noruega y el resto de países nórdicos. Todo debido a que su película «Dogville» aparecía entre las tres películas favoritas del genocida Breivik. Esto le ha bastado para enzarzarse en una batalla dialéctica con Soren Espersen, presidente del Partido Popular danés, quien le ha recordado al cineasta sus aún recientes declaraciones en Cannes a favor de Hitler.
En fin, que se ha dado mucha importancia para ser el tercero de la lista. En cambio, los que le precedían no se han dado por aludidos. En el número uno figuraba «Gladiator» y en el dos «300», pero ni Ridley Scott ni Zack Snyder van a sentirse responsables de un suceso que resulta completamente ajeno a sus trabajos cinematográficos. Entre los potenciales espectadores de una película puede haber de todo, y hasta hay asesinos en serie que confiesan haber sufrido un trauma de infancia al ver «Bambi». No me imagino a nadie de Disney pidiendo perdón por ello.
Una cosa son las películas influyentes en una mente perturbada y otra, bien distinta, las que se anticipan a los violentos actos criminales que comete. No cabe duda de que la ficción que más se aproxima a la masacre de Utoya es «Battle Royale», bien en la novela de Takami o en la película de Fukasaku. Lo único que cambia es la correlación de fuerzas, pero el juvenil escenario sangriento es un calco.