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Celedón aterriza en Gasteiz en medio de un tormenta de cava

El aldeano de Zalduondo dio el pistoletazo de salida a las fiestas de Gasteiz. Más de 35.000 personas dieron su bienvenida a Celedón en la plaza de la Virgen Blanca, un hervidero ocupado por una marea naranja que saltó y gritó a la espera de la bajada. Cava, puros y cortes en una jornada marcada por la reivindicación, dentro y fuera de la balconada de San Miguel.

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Ion SALGADO | GASTEIZ

Champán, agua, puro y cortes. Las consecuencias de la bienvenida a Celedón. El aldeano de Zalduondo llegó a Gasteiz y con el saltó la fiesta. Miles y miles de personas «armadas» con botellas corearon y saltaron, expectantes en la bajada y atentos a unas palabras: «Gora Andra Mari Zuriaren jaiak!».

Desde las 16.00, cuadrillas de jóvenes comenzaron a tomar posiciones en la plaza de la Virgen Blanca. El centro de la capital de Araba se fue tiñendo de naranja, y el olor a humanidad -y a humo- fue en aumento. Todos dispuestos a disfrutar y, por qué no, a utilizar la fiesta para reclamar los derechos de las personas ausentes.

El calor fue el principal enemigo de los gasteiztarras. A falta de dos horas para la bajada los termómetros marcaban 30 grados en los aledaños de la plaza. Sin embargo, las climatología tropical no pilló desprevenidos a los presentes, que comenzaron a sacar la «munición». Litros de kalimotxo, cerveza y cualquier tipo de bebida alcohólica servía para saciar la sed.

La jornada proseguía, y por minutos se llenaban los espacios libres en la Virgen Blanca. Gorros naranjas y banderolas de presos decoraban una plaza donde se mascaba lo que iba a suceder. A las 17.00 los gritos y los cantos se apoderaron del centro de la ciudad. Cerca de 35.000 personas expectantes de un cohete y de un aldeano.

En la espera, cada cual trataba de entretenerse a su manera. Algunos lanzando kalimotxo a las cuadrillas colindantes, otros descorchando el champán antes de tiempo, y unos pocos vacilando a las cuadrillas que se repartían por la plaza. Cualquier cosa para mitigar el aburrimiento y la tensa espera.

A falta de media hora, las banderas tomaron posición. En la zona central, frente a la balconada, se ubicó el grueso de la protesta. Decenas de banderas reclamando el retorno de los presos políticos acompañaban tres grandes pancartas. Junto a ellas, un grupo del 15-M aprovechó para mostrar su rechazo a los desahucios, y la comunidad latinoamericana presente en la ciudad «conquistó» el monumento central, con banderas de Perú, Ecuador y Colombia.

Tras la toma de posiciones, todo quedó listo para recibir a Celedón, un muñeco que cobra vida en el cuerpo de Gorka Ortiz de Urbina, el blusa que ha desempeñado su papel durante los últimos once años.

Con el reloj llegando a las 18.00, las personas congregadas frente a la balconada de San Miguel comenzaron a mirar al cielo. Todos menos unos pocos que preferían observar a los lados, y deleitarse con otro tipo de vistas más exóticas que el cielo.

Los minutos finales pasaron lentamente, y con la vista puesta en la torre los jóvenes gasteiztarras sacaron las botellas que quedaban aún vivas después de dos horas de espera.

Comienzan las fiestas

Los últimos segundos y el zumbido del cohete fueron tiempo suficiente para quitar el precinto de la botella de cava. Y tras la explosión del txupinazo, Celedón inició el descenso.

La lluvia de champán dio paso al puro, aliñado y forrado de blanco en algún que otro caso. Las miradas y los brazos apuntaban al cielo, donde un muñeco se tambaleaba por una tirolina. Un blanco fácil para las miles de personas congregadas en la plaza. Los corchos, los plásticos y cualquier otro objeto volante no identificado servía para «linchar» al muñeco. En total, siete minutos de descenso,sobrevolando una marea naranja.

A as 18.07, el muñeco cobró vida. Gorka tomó su paraguas y emprendió el camino a la balconada custodiado por los representantes de las cuadrillas de blusas y neskas de Gasteiz. Una guardia de excepción que no impidió que le arrebataran la txapela a Celedón.

Como dicta la tradición, la plaza se echó encima del aldeano arabatarra, tratando de tocarle, en busca de suerte para los cuatro días de fiesta que quedan por delante. Una suerte, que, como él mismo reconoce, no siempre se cumple, pero que se mantiene como deseo latente entre los presentes que, animados más aún por el alcohol, buscan cualquier excusa para lanzarse sobre la comitiva.

Cinco minutos después de asomar la cabeza en la parte baja de la plaza, Celedón levantó su paraguas en la balconada. Rodeado de periodistas, txupineros en esta ocasión, y de políticos, Gorka tomó aire, le puso el pañuelo al nuevo alcalde, Javier Maroto, y a la txupinera, y se lanzó a cantar desde el balcón más famoso de Araba.

«Gora Gasteiz! Gora Andra Mari Zuriaren Jaiak!». Dos frases escuetas y directas que calaron en la multitud. Tras los gritos llegó la canción. Un broche final a doce minutos de espera, y más de dos horas de pre-borrachera festiva.

Invitados especiales

Celedón fue el protagonista principal de la balconada, pero no el único. Junto a él, familiares de presos políticos y periodistas de medios alternativos se hicieron un hueco entre los representantes políticos.

Unos invitados de excepción que pudieron observar desde lo más alto de la plaza las muestras de apoyo que mostraron los jóvenes congregados en la Virgen Blanca. Cientos de personas que se sirvieron de la fiesta para reivindicar los derechos de aquellas personas olvidadas en los actos protocolarios y oficiales. Cerca, en el mismo balcón, se encontraban responsables políticos e institucionales. Entre ellos, algunos que han usado la bajada para encender el debate. Sin embargo, los protagonistas ayer a la tarde no fueron ellos. Habían pedido que la atención fuera para la plaza y no para la balconada, y justo allí fue donde se arropó con más intensidad a los presos y sus familiares.

Poteo por Alde Zaharra

Una vez finalizada la bajada, las 35.000 personas se repartieron por las diferentes calles de Alde Zaharra. Cuchillería, Correría, Zapatería y Herrería se llenaron de gente en busca de agua y alcohol. Las vecinos de la zona llenaron los cubos, y comenzó un diluvio artificial en la zona del Casco Viejo.

La terraza de Bodegón y los aledaños del Gaztetxe recibieron con los brazos abiertos a los fiesteros. Katxis convertidos en porrones sustituían al cava y a las botellas de kalimotxo. Unos enseres relegados y abandonados en la Virgen Blanca, donde un batallón de limpieza comenzó a retirar los restos de la fiestas, decenas de botellas rotas contra el suelo.

La entrada de la calle Cuchillería se convirtió en un tapón, donde no se podía avanzar. Los gritos de queja y los empujones no conseguían abrir un hueco de paso. En el interior de la Kutxi se fusionaron las dos maneras de vivir las fiestas: los bien vestidos, una raza aparte que prefiere mirar la televisión en un bar antes de acudir a la plaza, y los fiesteros presentes en la Virgen Blanca, una raza mayoritaria que sale el día 4 con su peor ropa, a sabiendas de que esta no volverá a casa.

En la Plaza Nueva el espectáculo era bien distinto. Frente al Ayuntamiento se habilitó una carpa donde atender a los heridos. A las 18.30, poco después de finalizar la bajada, la cola en la tienda agrupaba a una veintena de personas. Las consecuencias de introducir botellas de vidrio en una plaza de hormigón, donde los cascos del cava se hacen añicos a los pocos minutos de descorchar.

Un par de horas dando vueltas, de bar en bar, hasta que el frío da la orden que nadie quiere escuchar. Toca la hora de meterse en la ducha, arreglarse y salir a la calle en busca de un lugar donde cenar. Y ayer, el buen tiempo hizo que las txosnas se convirtieran en un lugar idóneo donde realizar una cena de fiestas. Un menú sencillo compuesto habitualmente de un bocata y un katxi de cerveza.

A partir de hoy, la ciudad despierta sumida en cuatro días de fiesta. Unas jornadas donde poder disfrutar de las calles de Gasteiz antes de que llegue el parón veraniego y la capital alavesa quede vacía hasta nueva orden.

Por lo pronto, hoy los rockeros tendrán un espacio en la zona de las universidades con el concierto de Soulbreaker Company. Para todos los mayores, el lugar de referencia quedará fijado en la plaza del Machete, con Pantxoa eta Peio.

Una balconada plural y festiva acapararon las miradas

En la balconada de San Miguel, desde donde tuvo lugar el lanzamiento del txupinazo, se encontraron grupos políticos enfrentados a diario, además de las habituales personalidades de Gasteiz. En una encuentro marcado inicialmente por la polémica, finalmente imperó la normalidad, que sólo rompió Antonio Basagoiti (PP) al jactarse de que no daba la mano al alcalde de Donostia.

La presencia de Martín Garitano, diputado general de Gipuzkoa, junto a Juan Karlos Izagirre, a los que acompañaron los representantes de Etxerat -todos ellos invitados por Bildu Gasteiz- centraron todas los miradas.

Tras las declaraciones altisonantes de Basagoiti por la mañana [ver página 4], el diputado general por Gipuzkoa optó por dejar de lado la polémica, «que además está absolutamente injustificada». Se centró en el motivo de su aparición en la balconada, la celebración de la fiesta. Y mostró su alegría por la invitación recibida «porque quiere decir que hemos obtenido los resultados que nos han traído a esta balconada». Añadió además que la suya era «una doble satisfacción, porque además de disfrutar de las fiestas con los gasteiztarras y las gasteiztarras también es mi cumpleaños», apuntó. Como anécdota, circuló el chascarrillo de que también ayer cumplían los años Barack Obama o José Luis Rodríguez Zapatero.

Isabel Celaá, consejera de educación del Gobierno de Lakua y lehendakari en funciones, saludó a todos los presentes. Afirmó haber aprovechado el evento festivo para hablar con Garitano sobre la necesidad de reconocer el sufrimiento de las víctimas de ETA además de apoyar a familiares de los presos. «Si no, es posible que se construya una sociedad sobre unos ejes muy endebles. Es preciso que la sociedad vasca se construya sobre la memoria de lo sucedido», insistió.

Al margen de los políticos, en la calurosa tarde de ayer los txupineros, un grupo de quince periodistas locales representados por María Senderos -``El Correo'', Punto Radio-, y Gorka Ortiz de Urbina fueron los protagonistas.

Mientras tanto, el nuevo alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, desbordante de alegría, declara que «hemos visto unas fiestas donde todo el mundo es capaz de convivir y abajo en la plaza todo el mundo celebra las fiestas, todos juntos, bajo una misma bandera, la de Vitoria, y bajo un mismo paraguas, que es el de Celedón». Leticia MELON

 

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