Guzman Ruiz Garro | Trabajador y Consejero General de la Asamblea de BBK
El banco de Iturbe no sería vasco ni popular
Espero que el debate sobre el futuro de las cajas interese a clientes y ciudadanos porque, con tanta comisión de servicios, mantenimiento de cuentas o por la restricción del crédito, acabarán pensando que, por sus maneras, da igual una caja que un banco
Antes de entrar en las valoraciones que hace el presidente de la Kutxa sobre el futuro de la entidad, diré que me ha resultado imposible abstraerme de los comentarios periodísticos realizados por los propagadores de las bondades de la privatización que, en su ánimo de vendernos las supuestas ventajas del proyecto Kutxa Bank, se empeñan torpemente en enredar y ver un core Tier I del 9,1%, resultado de proyectar los datos de las 3 cajas en su banco, por encima del de Kutxa. Quisiera recordar que el ratio de capital de Kutxa que indica el informe de la European Banking Authority, considerando un escenario adverso, es del 10,1%, el de la BBK, el 8,8%, y el de Vital, el 8,7%, y que la entidad de ahorro guipuzcoana, según estos test de estrés realizados, ofrece unos índices de solvencia que la sitúan en los puestos de cabeza del sistema financiero, no sólo en el Estado, sino también en Europa.
Convengamos, de entrada, que no todo vale y que, en lugar de confundir a los ciudadanos, arrimando exclusivamente el ascua a su sardina, sería más lógico, en aras a la transparencia informativa, que se hiciese una pregunta obvia: si las cajas vascas son líderes en solvencia ¿cuáles son las razones por las que se está proponiendo transformarlas en bancos?
Por seguir un orden, procuraré ajustarme al guión del artículo de opinión del Sr. Iturbe (GARA 23-7-2011). El presidente de Kutxa alega que en el año 2008 se rechazó la fusión que proponía y que, aunque no lo dice claramente, este hecho ha condicionado lo venidero. Según mi modesta opinión, y lo digo porque estuve presente en una reunión con él para tratar sobre la fusión de Kutxa y BBK, la unión fracasó como consecuencia de su mala gestión. El Sr. Iturbe fue incapaz de pactar con los sindicatos ELA y LAB el marco de relaciones laborales que le propusieron, despreciando las sinergias que este hecho hubiese generado a la hora de contabilizar apoyos, y prefirió a otros interlocutores sindicales no abertzales que no le dieron la mayoría suficiente.
De todas formas, tendríamos que aclarar definitivamente que los mentores de la privatización de las cajas, aunque se hubiese dado la fusión a dos o a tres en alguna de las fracasadas intentonas, no habrían renunciado en la actualidad a la creación de un banco que las sustituya. Esto no es una apreciación mía, el Sr. Iturbe se retrata cuando cita sus preferencias de banco por caja y resalta que el modelo bancario servirá mejor para obtener más beneficios.
Comenta el máximo responsable de Kutxa que nadie piense que la bancarización está promovida desde la caja guipuzcoana. Aduce que esta entidad no provocó la reforma del sistema de cajas, ni que tenga que ver con las medidas de reforzamiento del sistema bancario, ni con Basilea III. Culpa de los males al Banco de España y, de esta manera, de nuevo, se delata porque, efectivamente, la regulación del sistema bancario que promueve este organismo busca entregar a manos privadas las cajas de ahorros.
Las leyes y normas reguladoras promulgadas por las autoridades europeas y esta- tales que indica el Sr. Iturbe, en lo concerniente a la bancarización de las cajas, las justifican alegando la mala situación de muchas de las entidades de ahorro del estado. En el caso de las nuestras, sin necesidades de captación de capital en el mercado de Bolsa y cumpliendo sobradamente los niveles básicos de solvencia, no serían aplicables, al menos hasta que no nos fuerce el Banco de España, y no veo por qué adelantarnos a esa «necesidad imperiosa e ineludible» de convertirnos en un banco.
El Sr. Iturbe, cuando argumenta que todas las cajas del estado han creado bancos como instrumentos jurídicos para el ejercicio de la actividad financiera y que las cajas se dedicarán a la gestión y administración de la Obra Social, sabe que eso no es cierto y pretende generar una cortina de humo para que no trascienda lo que realmente está sucediendo. El engaño puede ser un arma muy efectiva como ya nos anticipó Sun Tzu, autor de «El Arte de la Guerra», pero en este caso no cuela. Bastaría con haberse documentado sobre la historia de la liquidación de las cajas en Italia o en Inglaterra para darse cuenta de la incompatibilidad del dividendo social y el financiero. Valdría con haberse leído las declaraciones de la ministra Salgado, Botín u Ordoñez para dilucidar el asunto: banco y obra social no son compatibles.
Pero no se detiene aquí, en su afán de vender su proyecto, se atreve todavía mucho más y dice: «Tener un `Banco' es tener el Banco de la Caja, el Banco de tu Caja, el Banco de los guipuzcoanos, el Banco Vasco, el Banco de todos».
Pues le cojo por la palabra. Si realmente quiere hacer un banco popular vasco, sí que estamos de acuerdo, máxime cuando usted mismo dice que los bancos pueden ser de titularidad pública y privada. Pues si garantiza usted que Kutxa Bank será de titularidad pública, no veo el problema. Solamente tendría que convencer al Sr. Fernández, presidente de BBK y líder de este asunto de la banca- rización, para que las cosas vayan sobre ruedas. Ahora bien, le prevengo de que tendría que seducirle mucho para quitarle de la cabeza que en Kutxa Bank no mande un Consejo de Administración blindado y omnipotente, un Consejo que relegará a las Asambleas de las Cajas y a todos sus órganos de gobierno a un segundo plano, amén de a los ayuntamientos y diputaciones que son las entidades fundadoras de las kutxas y las que ejercen el control público. Y por citar otro ejemplo, tendría usted, además, que posicionarse a favor de la destitución de los consejeros que, de acuerdo con los resultados electorales del 22 de mayo de 2011, ya no pintan nada en la Kutxa. ¡Ah! Sr. Iturbe, se le ha olvidado en su larga lista de tipos de bancos, en la que llegué a temer que citase también el Banco de Alimentos de Cáritas o al banco ético FIARE, nombrar a los bancos malos que Bankia o Caixabank S.A., ejemplos de «buen hacer» que le deslumbran, crean e instrumentalizan para sanearse a cuenta de los dineros del contribuyente.
Dice que propondrá a la Asamblea de Kutxa tres opciones y suponemos que defenderá con especial énfasis la de Kutxa Bank. Pena que se le haya olvidado la de Kutxa + BBK + Vital: a Kutxa, no a banco. Me imagino que por hablar y acordar no habría quedado, con buena voluntad y lealtad, su preocupación por la soltería de Kutxa, su miedo a la falta de recursos para capitalizarla porque estatutariamente tiene que destinarse un gran porcentaje a la Obra Social, habrían sido atendidas y no servirían de disculpas para transformar la caja en un banco, si conviniésemos que son los ayuntamientos, las diputaciones y el Gobierno Vasco quienes deben asumir las competencias y dar cobertura a las necesidades sociales.
Por ir finalizando, no estaría de más, si sus intenciones de abrir el debate a la sociedad son reales, que presentase usted y los otros dos presidentes un informe justificativo que explique cuáles son las razones por las que los responsables de las cajas de ahorros están planteando la bancarización de las mismas a través de la cesión de su patrimonio y actividad a una entidad con calificación bancaria.
Por último, no me resisto a comentar una apreciación suya en el apartado que le dedica a la Obra Social. Dice: «Nadie ha defendido ni se ha empeñado históricamente en defender la Obra Social tanto como nosotros». Me imagino que en los méritos no estará incluida la privatización que hizo Kutxa de su Obra Social. Usted mismo se vanagloriaba no hace mucho de que la Kutxa estaba en una posición óptima para llevar a cabo la transformación en un banco porque su Obra Social la habían desvinculado de la Caja.
Y ahora sí que acabo, recordándole también que los ahorros históricos que cita y que iban destinados en periodos de crisis a que no se resintiera la Obra Social, se dilapidaron con la mala gestión que hicieron en la expansión y en plena fiebre del ladrillo. Espero que el debate sobre el futuro de las cajas interese a los clientes y ciudadanos porque, con tanta comisión por servicios, tarjetas, mantenimiento de cuentas o por la restricción del crédito, acabarán pensando que, por sus maneras, da igual una caja que un banco.