Las satrapías del Golfo denuncian a Siria mientras reprimen a sus pueblos
Los regímenes sátrapas del Golfo, capitaneados por la monarquía saudí, han anunciado la ruptura de sus ya tensas relaciones diplomáticas con Siria. Lo hacen tras calificar de insorportable la efusión de sangre en el país vecino. Esos mismos regímenes no dudaron hace meses en reprimir sin contemplaciones las incipientes, y en algún caso casi triunfantes, revueltas populares en sus respectivos países. Ahora acuden en auxilio de sus «hermanos», suníes por supuesto.
GARA |
El régimen saudí, que encarna la visión más retrógrada del islam mientras mantiene a su población sojuzgada, llamó a consultas a su embajador en Damasco, lo que supone de facto la ruptura de relaciones diplomáticas.
Los regímenes igualmente despóticos de Kuwait y Bahrein siguieron la estela de Ryad, que anunció una inminente reunión sobre el dossier sirio del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que reagrupa a las seís cleptocracias de la Península Arábiga, incluidas Omán, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar.
Este último régimen ya retiró a su embajador en Siria a mediados de julio tras varias manifestaciones de partidarios del régimen de Bashar al-Assad contra la cadena de televisión Al Jazeera, a la que acusan de mentir sobre la situación en el país y de liderar una campaña mediática que estaría poniendo en el centro de las revueltas árabes a los regímenes, como el libio en su día y el sirio actualmente, menos proclives a Occidente.
La monarquía saudí, que no dudó en reprimir conatos de revuelta popular de su importante minoría chií y que envió los tanques para reprimir a sangre y fuego la revolución iniciada en Bahrein -donde un clan suní concentra todo el poder en destrimento de la mayoría chií y del conjunto de la población-, instó a Al-Assad a «detener su máquina mortífera» y advirtió de que «no podemos aceptar de ninguna manera lo que está pasando en Siria».
Kuwait, escenario de tímidas e igualmente reprimidas protestas, y Bahrein, cuyo régimen no dudó en asaltar con tanques y destruir la plaza de la capital que se había convertido en el símbolo de la revuelta, se apresuraron ayer a seguir los pasos de Arabia Saudí, aliado tradicional de Washington y considerado el país árabe más influyente en términos religiosos y, por tanto, geopolíticos.
Su posición sólo es disputada, en términos demográficos y políticos por Egipto, que vive un escenario de difícil transición tras la caída de Mubarak y el intento de los militares de mantener, en lo esencial, el régimen.
Tensas relaciones
Ryad y Damasco mantienen históricamente difíciles relaciones. El laicismo -dentro del contexto de la zona- del partido Baath, que gobierna en Siria, se contrapone al integrismo religioso de la casa de los Saud, guardianes de los «lugares santos» de la Meca y Medina y exportadores de las versiones más retrógradas y excluyentes del islam suní, desde Marruecos hasta Indonesia pasando por Irak.
Las tensas relaciones bilaterales pivotan además en torno al escenario libanés, donde Arabia Saudí apoya a espuertas al clan, ahora opositor, de los Hariri, mientras Siria se alinea con los chiíes de Hizbulah y sus aliados.
Tinte sectario
Para justificar la ruptura de relaciones, Ryad se apoyó en sus «responsabilidades históricas de cara a nuestros hermanos», en referencia a la mayoría suní de Siria, de la que se nutre buena parte de la revuelta.
En la misma línea, la mayor institución religiosa suní, la Universidad de Al-Azhar de El Cairo, aseguró ayer que la situación en Siria «ha sobrepasado todos los límites» y exigió el fin de la efusión de sangre.
Jordania, otro aliado de EEUU en la región, mostró su preocupación por la situación.
Damasco espera la llegada hoy del titular de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, con un mensaje «fuerte» por parte de Ankara, que asegura estar agotando su «paciencia»
EEUU presiona a Ankara para que rompa sus lazos con Siria y quiere reunirse con turcos y saudíes para conformar una triple entente de cara a presionar al régimen de Bashar al-Assad.
El Ejército sirio entró ayer en la ciudad de Maret Noman, en la provincia de Idleb (norte), y bloqueó los accesos a la población, al mismo tiempo que proseguía su ofensiva en Deir al Zur (noreste).
Las Fuerzas Armadas sirias continuaron con su campaña de represión contra los opositores al presidente Bashar al-Assad y entraron por el lado este de la ciudad de Maret Noman en tanquetas blindadas y utilizando artillería pesada, informaron los Comités de Coordinación Locales de Siria.
La oposición denunció que desde primera hora de la mañana el Ejército estaba llevando a cabo una campaña de incursiones en casas y arrestos indiscriminados en toda la ciudad.
En la ciudad de Deir al Zur, donde el domingo fallecieron al menos 38 personas, seguían los disparos de artillería pesada, y el grupo opositor Revolución Siria informó de que nuevos vehículos blindados habrían entrado durante la mañana en la población.
La red opositora Shams informó también de que la ciudad de Haula, en la provincia de Homs (centro), seguía asediada por el Ejército, que habría cortado la electricidad y el agua e impediría las comunicaciones entre todas las poblaciones del valle.
Mientras llegaban nuevos informes de civiles muertos en Deir al Zur -imposibles de confirmar en el maremagnum de informaciones mezcladas con propaganda-, el régimen sirio anunció el nombramiento de un nuevo ministro de Defensa. El general Daoud Rajha, jefe del Estado Mayor del Ejército, reemplaza al general Ali Habib. GARA