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Análisis | Hambruna en el cuerno de áfrica

PMA, ángel misericordioso o ángel de la muerte en Somalia

El papel del Programa Mundial de Alimentos, una de las mayores agencias de la ONU en el Cuerno de África es cuestionado por el autor, que da claves para entender el veto que se le ha impuesto en algunas zonas de Somalia y habla incluso de complicidad con el genocidio. Mientras unos diez millones de somalíes que viven en el Ogadén, en Etiopía, son víctimas de la sequía y del bloqueo de la ayuda alimentaria, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) permanece silencioso, cómplice del genocidio

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Thomas MOUNTAIN Counterpounch

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), una de las mayores agencias de ayuda de las Naciones Unidas, tiene una historia muy desagradable en Somalia.

Retrocediendo hasta 2006, el PMA empezó a distribuir toda la ayuda de grano de años para Somalia justo en el momento en el que los campesinos somalíes llevaban sus cosechas de grano al mercado. Con miles de toneladas de grano gratis disponible, a los campesinos somalíes les resultó casi imposible vender sus cosechas y tuvieron que enfrentarse al desastre.

Miles de indignados campesinos somalíes se reunieron en los centros de distribución del PMA por toda Somalia para protestar, en ocasiones violentamente. En un intento de calmar las cosas, el PMA prometió una investigación que, una vez llevada a cabo, anunció que sí, en efecto, lo que el PMA había hecho a los campesinos somalíes había sido un desacierto y prometieron no volver a repetirlo.

Después, en 2007, justo cuando la cosecha de grano somalí empezaba a llegar a los mercados locales, el PMA de nuevo distribuyó toda su ayuda de grano de años, sólo que esta vez allí estaba el Ejército etíope para protegerle. Con una sequía de cuatro años que volvía a afectar a la mayor parte de Somalia, se podría decir que el PMA ayudó a dar el tiro de gracia a la agricultura somalí.

Por tanto, no cabe sorprenderse mucho de que la resistencia somalí, «Los Muchachos» (Al Shabab), haya sacado a patadas al PMA de la mayor parte del sur de Somalia que controla. Hacía solo un par de meses que el PMA había reducido en un 70% las mínimas raciones de supervivencia alimentarias de un millón o más de refugiados somalíes a los que estaban alimentando debido a un «déficit de financiación», aunque todavía pretenden hacernos creer que están desesperadamente preocupados por la supervivencia y sufrimiento del pueblo somalí a causa de la sequía.

El PMA es una de las muy pocas agencias de ayuda a las que se permite operar en el Ogadén, la puerta de al lado de Somalia en Etiopía. Dirige unos cuantos centros «escaparate» de distribución y ha proporcionado poca o ninguna ayuda durante cuatro años a más del 90% de la población del Ogadén que padece la «sequía del Gran Cuerno de África», la peor en sesenta años.

Ésta es también la zona donde el Gobierno etíope se enfrenta desde hace una larga década en una guerra de contrainsurgencia contra el Frente de Liberación Nacional del Ogadén (FLNO). La cooperación del PMA con el Gobierno etíope al retener la ayuda alimentaria en las áreas donde actúan los combatientes de la guerrilla es parte de una estrategia clásica de contrainsurgencia: «Si no puedes pillar el pez, vacía el lago».

Hace un par de meses, un equipo del PMA en el Ogadén estaba volviendo a su base y cometió el error de tomar un atajo situado fuera del mapa etíope de rutas de viaje aprobadas y se encontró con una unidad paramilitar etíope que estaba llevando a cabo su práctica diaria de incendiar, saquear, asesinar y crear el caos en un pueblo acusado de apoyar al FLNO. Al parecer, trataron de dar media vuelta pero fue demasiado tarde y el escuadrón de la muerte abrió fuego matando a varios miembros del equipo del PMA e hiriendo al resto. Los heridos fueron sacados en camiones hasta el acuartelamiento local etíope y arrojados a la prisión allí existente.

Casi de inmediato, los responsables gubernamentales etíopes anunciaron que los «terroristas» del FLNO habían tendido una «emboscada» al equipo del PMA, que habían «asesinado» a algunos, habían tomado al resto como «rehenes» y que el Ejército etíope les perseguía.

Dos días después, el FLNO lanzó un ataque contra la base militar y la prisión donde estaban cautivos los miembros del PMA y les liberó junto a otros prisioneros políticos allí detenidos. El Ejército etíope llegó de inmediato en helicópteros con ametralladoras para perseguir al FLNO y a los prisioneros liberados pero no tuvo éxito y el equipo del PMA pudo ponerse a salvo. Posteriormente, la guerrilla del FLNO entregó a los prisioneros liberados al PMA esperando que contaran la verdad del incidente y denunciaran a los verdaderos criminales.

Hasta hoy mismo, el PMA ha mantenido silencio acerca de los detalles del incidente sin condenar el asesinato de su equipo por los escuadrones de la muerte paramilitares etíopes. Las familias del equipo liberado viven en zonas controladas por los etíopes. El mensaje que llega a muchos de los pueblos quemados, a muchas de las familias masacradas es: «Mantén la boca cerrada o tus seres queridos sufrirán el mismo destino».

¿Cómo va el mundo a conocer lo que pasa si la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras y todas las demás agencias de ayuda humanitaria, excepto el PMA, han sido expulsadas del Ogadén? Fin de la historia. Mientras unos diez millones de somalíes que viven en el Ogadén, en Etiopía, son víctimas de la sequía y del bloqueo de la ayuda alimentaria, el PMA permanece silencioso, cómplice del genocidio.

El Programa Mundial de Alimentos, ¿ángel misericordioso o ángel de la muerte? Juzguen ustedes mismos.

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