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Goizane carbo se convierte en Tbilisi en la medallista más joven en el arte de dar patadas

La última promesa de la cantera vasca del taekwondo ha empezado a despuntar con sólo 11 años. A esta basauritarra le sobran ganas e ilusión en este arte marcial de origen asiático, deporte minoritario por estos lares, aunque con medallistas olímpicos, mundiales y europeos.

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Goizane Carbo es una medallista precoz en un deporte de contacto. La palabra taekwondo, según recoge Wikipedia, podría traducirse como «el camino del pie y el puño», nombre que hace referencia a que es un estilo de combate que utiliza únicamente los pies, las manos y otras partes del cuerpo, prescindiendo por completo del uso de armas, tanto tradicionales como modernas. A Goizane, que disfruta del cine, principalmente «de acción», no le dio por esto visionando películas de kung-fu. En casa siempre les han animado a practicar deporte. Su hermana mayor tiene 18 años y juega a rugby, y la recomendación de un neumólogo para mejorar un problema de asma llevó a la más pequeña -cuando tenía cinco años- directamente al taekwondo, «que cada día me gusta más», asegura convencida.

Con sus 145 centímetros de estatura y 29 kilos de hace un mes -ahora pesa 31,700-, a los 11 años ya ha estrenado su palmarés internacional como subcampeona europea cadete. Goizane es la taekwondista más joven del Estado español que ha disputado una final en un certamen continental, condición que alcanzó el pasado 7 de julio en Tbilisi -capital de Georgia-, recién concluidos sus estudios de Primaria. Previamente, el 28 de mayo tuvo que ganar el Campeonato de España en Cantalejo (Segovia). Los mejores clasificados, casi una veintena de chavales procedentes de diversos lugares -entre ellos su compañera Ilargi García- compartieron entrenamientos en Madrid y el viaje a Tbilisi.

Entonces pesaba un par de kilos menos, requisito de una competición en la que el peso determina los emparejamientos. Encuadrada en la categoría de -29 kilos, en cadetes se agrupa a los competidores de entre 11 y 14 años. En la capital georgiana -curiosamente, está hermanada con Bilbo- la vizcaina no se arrugó frente a adversarias algo mayores. «Nadie pensaba que iba a llegar tan lejos en mi primer año», admite.

A ella le tocó competir el primer día, pero el resto de la semana no pudo dedicarlo a conocer la ciudad. El plan no incluía el turismo, porque «había que animar a los compañeros. Del hotel al polideportivo, comer y del polideportivo al hotel, donde había piscina. Pero el sitio era perfecto». Su madre, que viajó por su cuenta, no se lo quiso perder, aunque se mantuviera a distancia.

«Al principio estaba un poco nerviosa. Después del primer combate me pude tranquilizar», recuerda Goizane. Debutó ante la representante de Azerbaiyán, Aliya Zeylanova, a la que ganó por 8-2. Más contundente todavía se mostró frente a la moldava Ana-Camelia Perciun, a la que despachó por 13-1.

En la final regresaron los nervios, «porque estaba cansada y Turquía era la favorita». No pudo ser, tres asaltos de minuto y medio y Busra Sen, de 13 años, le derrotó por 11-0. «Yo me conformaba con una medalla, pero también quería ir a por el oro. Estaba tan rabiosa que me desmoroné. En el podio, como fue después de mi combate, estoy con cara de enfadada, como si fuera a romper algo, pero no rompí nada. Me fui a comer una hamburguesa», explica con su dulce voz. Ya hemos visto esa escena, pero ella no. La vizcaina tenía un año recién cumplido cuando el navarro Gabriel Esparza se colgó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney'2000 decepcionado por perder el título.

The Masters

Goizane procede del gimnasio The Masters de Basauri, un recinto con historia donde se puede practicar desde karate a aerobic, pasando por el baile. De allí han salido algunos referentes vascos de esta disciplina, como Jon Garnika o Ivonne Lallana, que en ambos casos completaron premiadas carreras internacionales. A las órdenes de Juan Solís, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona'92, Goizane entrena tres días a la semana, los viernes en sesión doble. Entre la manopla y la técnica va descubriendo los secretos del arte de dar patadas. Como Elaia Torrontegi -subcampeona europea absoluta, que también es vizcaina-, grita en competición. «Eso asusta a las rivales», aclara.

A final de mes cumplirá 12 años. El futuro más cercano pasa por afrontar 1º de la ESO en el Instituto de Urbi, pero seguirá entrenando y estudiando, porque quiere seguir compitiendo en el tatami... y ser arquitecta.

Miren SÁENZ

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