La presunta solidez francesa queda en entredicho con sólo un rumor
Desde la Comisión Europea ya apuntaron la semana pasada que los problemas financieros estaban rebasando la primera línea periférica -Portugal, Grecia, Irlanda...- y amenazaban peligrosamente al núcleo central. La confirmación llegó ayer. Un rumor sobre una posible rebaja de la nota crediticia francesa desplomó las bolsas y llevó al Gobierno Sarkozy a anunciar medidas urgentes para rebajar el déficit.
Imanol INTZIARTE |
Bastó un rumor para que los mercados bursátiles se pusieran nuevamente patas arriba, llamando a la movilización a diferentes líderes europeos. La simple sospecha -de origen no identificado- de que alguna de las grandes agencias de calificación podía rebajar la nota de la deuda pública francesa -tal y como hizo S&P la pasada semana con EEUU- desplomó las cotizaciones de los bancos y obligó al presidente Nicolas Sarkozy a convocar un gabinete de crisis.
Moody's y Fitch ratificaron rápidamente el mantenimiento de la máxima nota (AAA), mientras que el Ministerio galo de Economía aseguró que «esos rumores están totalmente infundados». Pero la nave ya había entrado en barrena.
Sarkozy abandonó sus vacaciones en la Costa Azul para reunirse en el Elíseo con el primer ministro, François Fillon, y los responsables de Exteriores, Economía, Presupuesto y Asuntos Europeos, entre otros.
Al término del encuentro se anunció que el próximo 24 de agosto se harán públicas una serie de medidas de austeridad encaminadas a reducir el déficit. El Ejecutivo quiere pasar del actual 5,7% del PIB al 4,6% para el próximo año y al 3% en 2013.
«Los compromisos de reducción del déficit público son intocables y se adoptarán independientemente de cual sea la situación económica», manifestó Sarkozy.
Estas medidas llegan cuando ya aparecen en el horizonte las elecciones presidenciales de la próxima primavera. Sarkozy no ha logrado el apoyo de la oposición del Partido Socialista (PS) a la «regla de oro», la inclusión en la Constitución de la meta de equilibrio presupuestario. Es una reforma constitucional que Berlusconi se apresta a realizar en Italia.
Italia pisa el acelerador
Precisamente, el Gobierno italiano celebrará la próxima semana un consejo de ministros para aprobar por decreto ley y enviar al Parlamento para su posterior ratificación las nuevas medidas de recortes que le ha reclamado el Banco Central Europeo (BCE) como contrapartida a su compra de deuda pública. Se apunta como fecha al jueves 18, aunque no se descarta que se adelante al martes 16.
Parte de los contenidos de ese plan fueron publicados ayer por diversos medios del país. Según esas filtraciones, el Gobierno se plantea, entre otras medidas, la imposición de un gravamen adicional sobre la segunda vivienda, un aumento de los impuestos sobre los rendimientos financieros y sobre el patrimonio, así como adelantar el proceso que retrasará la edad de jubilación vinculándola a la esperanza de vida.
También se contempla la privatización de empresas municipales y la venta de parte de las participaciones del Estado en algunas empresas que ya cuentan con capital privado.
La prensa aseguró que los cambios en el sistema de asistencia y de pensiones, incluidas las de invalidez, no cuentan con la aprobación ni de los sindicatos ni del principal socio de Gobierno de Berlusconi, la Liga Norte de Umberto Bossi.
Los sindicatos, la patronal y también la banca exigen al Ejecutivo que acometa primero recortes sobre el gasto de la clase política antes de exigir nuevos esfuerzos económicos a las familias.
Por otro lado, el «Corriere della Sera» publicó que la Fiscalía de Trani -ciudad a orillas del Adriático- investiga a las agencias Moody's y Standard & Poor's por haber emitido «juicios falsos, infundados o al menos, imprudentes» sobre el sistema económico-financiero italiano.
La agencia Fitch redujo ayer la nota de la deuda de Chipre en dos escalones, de A- hasta BBB, con una perspectiva negativa. Chipre es, detrás de Malta y Luxemburgo, el miembro más pequeño de la zona euro, con apenas 700.000 habitantes.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de la Reserva Federal, Ben Bernanke, tenían previsto reunirse a última hora de la noche para analizar el batacazo de las bolsas. Tras el repunte del miércoles, en Wall Street el Dow Jones perdió ayer un 4,68%.
El oro suma y sigue. El dorado metal continúa subiendo su cotización y ya se acerca a los 1.800 dólares la onza, medida de peso ligeramente superior a los 30 gramos. El motivo de esta escalada, según los expertos, es que ante la volatilidad de otros mercados los inversionistas huyen de los activos de riesgo en busca de seguridad. Hace doce meses su precio era de 1.200 dólares la onza, por lo que se acerca a un incremento del 50%.
Existen otros refugios. Entre las divisas, destacan el yen japonés y el franco suizo. El primero se está acercando a su nivel más alto frente al dólar desde 1945, lo que penaliza sus exportaciones al hacerlas más caras. Algo similar le sucede a la moneda helvética, ya que cuando los inversores compran, la cotización sube. La pasada semana, ambos gobiernos no tuvieron empacho en depreciar sus respectivas divisas para evitar que su solidez suponga un castigo.
Los bonos alemanes -que ayer marcaron su interés más bajo (2,192%) desde agosto de 2010- y estadounidenses -pese a la rebaja de su nota crediticia- también destacan como dos de las inversiones donde el capital invertido no corre excesivo peligro. I.I.